jueves, diciembre 25, 2008

Uno más al saco

La experiencia no se adquiere de la noche a la mañana. Creo que es la mejor justificación de cumplir años. Dado el ritual que significa hacerlo: los abrazos, los llamados, los mails y los escritos, hay algo más allá que nos hace ponernos nostálgicos y en algunos casos algo tristes. Es la tontera de pensar en aquellas cosas que no hiciste o que dejaste de hacer por algún motivo. Es el eterno retorno a lo no retornable. Es el aprendizaje y la certeza de no poder volver atrás.

Y no es que quiera hacerlo, estoy en un punto donde las cosas se ven bien y andan bien. Pero no se puede evitar posar la mirada hacia atrás. No es posible evitar el recuerdo y la añoranza. Es parte nuestra, de nuestra forma de ver el mundo, de sentirnos un poco en la montaña rusa sin saber mucho donde va a parar ni en qué forma. Y si hoy estamos en la cima o en el valle, de un momento a otro nuestro estado cambia. Pareciera que ya no es como antes, que se puede estar en un plano constante, la alternancia es más rápida y los cambios nos bombardean los ojos y las neuronas de nueva información y más incertidumbre. Y nos miramos los unos a los otros, buscando la comprensión tácita de que todo está bien y estará mejor mañana, incluso sabiendo que el otro lo cree menos que tú.

Esa sería la mega reflexión del día. Derivado del tiempo libre que puedo disfrutar en estos días. El trabajo ha sido implacable, pero ha rendido frutos. Lo mejor de todo es que mañana no trabajo, es el mejor regalo de cumpleaños que podría haberme dado mi empleador.

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