domingo, julio 30, 2006

Better Life…

Estaba tan inspirada con la historia anterior, que no había escrito nada sobre cosas recientes que me hayan ocurrido. Veamos, creo que los dejé en inicios de julio, cuando estaba cerrando un par de cosas, como Valparaíso, la ayudantía de Datos I y pensando qué hacer en los días siguientes. Me había pegado un carrete en la piojera con unos amigos y eso… sí, creo que hasta ahí estábamos.

¿Qué ha pasado después?. Bien, fuera de mi felicidad de terminar Valpo (aunque todavía no me lo paguen) me dejaba con una “mejor disposición” a hacer otras cosas. Se me habían pasado un poco los achaques y andaba más feliz por la vida. Un día me llamaron del instituto de sociología preguntándome si “estaba disponible y con tiempo para una pega”, pregunté qué era y me dijeron que se trataba del SENAME y que fuera a conversar al respecto. Fui, y ahí me contaron: “tienes que hacerle una encuesta a chiquillos infractores de ley entre 13 y 17 años que estén en centros de reclusión y en centros de intervención ambulatoria”. No creo haberlo pensado mucho, y aunque sabía que no eran “angelitos” a quienes iba a encuestar, acepté igual. La paga tampoco era mucha, así que al final se trataba de algo por “amor al arte y a la profesión”, y en efecto así fue. Reconozco que me he tenido que enfrentar a chiquillos de los cuales en otras circunstancias (como encontrármelos en la calle, por ejemplo) saldría arrancando. Cada uno con una historia de vida como para deprimir a cualquiera y para hacerte pensar que no hay solución para nadie (padres delincuentes, drogadictos, alcohólicos, barrios de narcotráfico, tiroteos… por mencionar algunas cosas). Después de muchas encuestas (donde cada una duraba 40 minutos por parte baja), al final te vas haciendo casi inmune a las cosas que te dicen, y aunque es súper fuerte decirlo de esa forma, entendí muchas cosas que antes no sabía o me negaba a reconocer por ignorancia. Esto, más allá de ser una “pega” o un trabajo, fue toda una experiencia. El viernes terminé de hacer las últimas encuestas que me correspondían en ese tema.

En paralelo he estado haciéndole clases de computación a una profesora del instituto, una señora de aproximadamente 70 años, que tiene un computador a toda raja, con pantalla plana y todo. Como alumna ningún problema, aprende rápido y paga oportunamente, jajaja. Con esa plata me pago la locomoción de la semana y el carrete del fin de semana, así que piola por ese lado.

Pensando en lo que queda del año, decidí postular otra vez a alguna ayudantía… dado que estuve yendo a un par de entrevistas de trabajo y no pasó nada… bajo la idea “algo es mejor que nada”, decidí tener algo. Y bueno, ahora tengo 3 ayudantías para este semestre, jajaja… dos en el Isuc y una en la Portales. Al parecer es para lo único que me llaman… bueno, filo… al menos alguna cosa sale. Por mientras le “hago ojitos” a algún proyecto por ahí… no faltará, creo. Por otro lado, cuento los días para que pasen los 6 meses reglamentarios y Fonasa me acepte… tengo una visita a la doctora pendiente, y ahora se le suma una visita al oculista porque tengo que cambiar estos lentes de una vez.

Tengo también la idea de estudiar alguna cosa este semestre… había pensando en idiomas, pensando que quizás pueda irme a hacer algún post grado afuera en algún momento. Hasta hace un par de meses no lo tenía considerado como una opción muy real… pero debo reconocer que me tienta mucho hacerlo… creo que podría intentarlo… en una de esas me quedo afuera, ¿Para qué volver?... sí, quien sabe.

Ahora me preparo mentalmente para los días que vienen, que se ven bastante movidos, de hecho mañana empiezo en la Portales… pero tendrán su recompensa el viernes espero, cuando se venga el carrete con los sociólogos... ahora hay que aprovechar esas instancias que se irán reduciendo conforme el tiempo, habrá que crecer no más... al parecer no nos queda otra.

jueves, julio 27, 2006

Epílogo

¿Por qué llegar a escribir esta historia?. Hay varias razones asociadas, aunque ustedes no lo crean. Más allá de mi supuesta “venganza” para con Mr. H, creo que una de las cosas más importantes era darle un hilo conductor… créanme, estoy tan sorprendida como ustedes al leer de principio a fin cada uno de los post escritos a lo largo de estos días… tiene un sentido que nunca antes lo había tenido para mí: y es que hasta hace poco se trataba sólo de “eventos” que me parecían casi aislados… y sin conexión. Ahora puedo entender y corroborar varias cosas… me parece hasta lógico el que hayan ocurrido algunas de estas cosas… ya lo había pensado, pero ahora me convence mucho más.

Sobre ti (Mr. H)… escribiendo estuve muchas veces tentada en poner tu nombre, jajaja… con eso hubiera completado el círculo, pero me detuve… ¿sabes por qué?, porque no tiene sentido hacerlo… sería perpetuar una y otra vez una historia que ya tiene fin… y claro que lo tiene… al escribir la palabra “FIN”, más allá de sentir un pequeño escalofrío, fue como si de verdad estuviera cerrando un libro que terminaba de leer.

Quizás otro de los motivos tenga que ver con mi círculo cercano. Desde un tiempo a esta parte me ha tocado ver más de algún llanto o reclamo cuya fuente remite a alguna “pena de amor”, de diferente índole… pero con dos síntomas recurrentes: la duda y la culpa. En cierta forma, la duda es algo que nos carcome, que nos inquieta… es la incertidumbre de que tal vez equivocamos las decisiones, eso es precisamente lo que lleva al segundo síntoma, la culpa. Digan lo que quieran, pero solemos ser todos muy masoquistas, puesto que ante la duda, sólo nos resta concluir que fue “culpa nuestra”. Es casi por decanto natural: al principio decimos que la culpa la tienen otros, o las circunstancias, que se yo… pero por dentro nos damos de latigazos asumiendo nuestra falta (inexistente) y llevando “el dolor” aunque no nos corresponda hacerlo. Cuando ya vemos que no había tal culpa, y que la duda es sólo frustración ante la contingencia (pudo haber sido de una forma, pero fue de otra), podemos dar por superada la pena de amor.

De todas formas, estas cosas no sacas nadas con decirlas si es que no las has vivido… y se que varios entenderán a lo que me refiero, sobretodo cuando hay orgullo herido de por medio. Es por eso que verla apenada (Dama X) hace unos días preguntándose “¿Por qué?”, me gatilló esa sensación de desconcierto, de no saber qué decir, ni menos qué hacer. Se me ocurrieron frases clichés como “las cosas pasan por algo”, “tranquila, todo pasará”, “dale tiempo al tiempo”, etc. Pero sabía que no iban a servir, a mí no me sirvieron en su tiempo. Sólo me restaba ofrecerle “mi apoyo” en caso de requerirlo… es difícil que una persona estando así entienda que de alguna u otra forma las cosas tienen que pasar. Yo no lo entendí.

No me arrepiento, fue una etapa muy linda de mi vida, a pesar de los malos ratos, de los sinsabores… “amé”, entregué lo mejor de mí, con la inocencia de quien “quiere” de verdad y se entrega tal cual es. Ahora las cosas son distintas, los “amores” se dan de forma diferente… la inocencia no es tal, los golpes enseñan, algunos duelen más que otros… pero qué más da… es mejor no hablar de amor.

Sí, he contado la historia con un poco de color literario, en el uso de palabras y cosas así… pero los hechos son tal cual como los describí, al menos desde mi perspectiva. Dejo el espacio a los descargos del aludido, creo que se lo merece después de haber abusado de su nombre durante 10 post seguidos. ¿Querías mi versión de las cosas?, bueno… ahí está. Yo ahora me doy por satisfecha, descuida… no te haré ningún atentado o algo por el estilo.

Y a ustedes, mis queridos y pacientes lectores… espero que les haya quedado claro (al menos en parte) de qué se trataba esta historia… así como también espero que puedan sacar algo en limpio también. Uno no sólo cuenta las cosas con el fin de ser escuchada (leída), sino también con la idea de que pueda servirle a alguien… aunque sea de lectura de baño.

Mejor no hablemos de amor ( X )

No sabría explicar por qué razón sabía que era la última vez que iba a estar con Mr. H, era una sensación extraña. Fue como si de repente me viera a mi misma desde fuera: no sabría decir si me dio lata mi patético nivel de dependencia… porque de la noche a la mañana no era que se me hubiese acabado el amor. Creo que una seguidilla de acontecimientos previos antes de su nuevo anuncio de partida me predispusieron a una actitud de ese tipo:

1. Fui sorprendida por algunas personas en una plaza de la capital con Mr H. más de una vez. Una de ellas sabía de su existencia, pero no de su regreso. Después de haberme visto me preguntó qué pasaba… a grandes rasgos le expliqué. Fue la primera en decirme sin ningún tipo de anestesia “Estay pelando el cable, date cuenta que no vas a llegar a ningún lado así”. Claramente la mandé a la mierda (Sorry Ange, me disculpo por eso).

2. Mi pretendiente (C.) me llamó un día de esos. Sabía que estaba “saliendo” con otra persona, me preguntó… “¿Vale la pena aferrarse tanto a una persona?”. No era un discurso de dolido, sino de persona preocupada: “Estás cambiada, te importa una raja el mundo… ¿Tanto te cambió el hombre este?”

3. Estaba rindiendo mal es mis estudios… y eso me estaba pasando la cuenta… nunca había tenido un semestre tan “pajero” como ese, pero me estaba olvidando de la u… estaba perdiendo el norte de lo que quería hacer después.

4. Nada me llamaba la atención, llegué al minuto que no quería salir, ni juntarme con mis amigos… ni carretear. Me reducía a lo justo y lo necesario… y a Mr. H.

Hay más cosas chicas que podría mencionar… pero se centran más o menos en esa conclusión: “me estoy quedando sola, me estoy consumiendo con algo que no tiene para adonde llegar”. Cada vez lo fui pensando más y más… tanto que a veces me decía en voz alta: “¡Estúpida! ¡Estúpida!”

De repente me vi con Mr. H y me puse a pensar precisamente en qué pasaría si me decía que se iba de nuevo. No lo sabía… pero después llegué a la conclusión de que si volvía a pasar… quizás lo más sano era dejarlo ir de forma permanente, como un nunca más, aunque me doliera. Yo ya me sentía lo suficientemente manipulada por mis arrebatos como para seguir en algo así mucho tiempo más. Así que cuando me dijo que se iba de nuevo, yo ya tenía en mente que sería por última vez. Estaba dejando de lado muchas cosas, al tiempo que estaba “sufriendo” de incertidumbre, incluso sabiendo que estaba al lado mío.

Se fue con la promesa de volver… pero yo me decidí a olvidar. Y estuvo bien, pasaron meses de los cuales no tuve ni siquiera una noticia, ni un mail… ni una llamada por teléfono. Desaparecí de su Messenger de nuevo. Yo mientras… pasaba mi nuevo “duelo” en un verano horrible… todavía lejos de la vida social, como una especie de auto castigo, como una forma de buscar el punto para empezar de nuevo.

El 2005 fue eso más o menos, el encontrar un foco para olvidarme de tanto rollo y concentrarme en otras cosas… como mis estudios y mis futuros trabajos… me puse a hacer cosas como condenada: pegas de encuesta, entrevistas, ayudantías en la universidad, etc. También había empezado mi primera práctica profesional. Volví a mis amigos, a mis carretes… pero con otra idea, ya no arrancando de otra cosa, sino precisamente tratando de valorar y disfrutar lo que tenía… los chiquillos (mis amigos) se portaron re bien conmigo, casi ninguno sabía lo que había pasado, pero me acogieron a pesar de no saber. Los rollos dejaron de llamarse Mr. H… y aunque no lo olvidé nunca… cuando me acordaba de él ya no era como esa nostalgia, culpa e incertidumbre de pensar “qué habrá pasado” o “qué hubiera pasado”… ya estaba convencida que no iba a funcionar, pero que al menos no era porque yo no lo hubiese intentado, me quedé con la conciencia tranquila.

Y ahora… este año… Mr. H ha regresado nuevamente desde la nada. Pero yo, por fortuna, ya no estoy en el mismo lugar de antes… tuve un 2005 demasiado agitado, demasiado intenso… demasiado mío, y me gustó, hacía mucho tiempo que no sentía de esa forma. No se lo que viniste a buscar, pero si es a mí, no me vas a encontrar… si es mi amistad, ella se diluyó con nuestra última conversación. Si quieres deambular de aquí para allá, por mí está bien… pero yo ya no te acompañaré, no atenderé tus dudas ni tus penas, porque yo tengo otros planes. Ya huí lo suficiente de mi misma, así que no arrancaré más. Es hora de que aclares tus ideas, tal como me ha costado años aclarar las mías. No se realmente qué es lo que quiero de la vida… pero de algo estoy segura: no quiero seguir intentándolo. Descuida, no hay resentimiento, no hay culpa, no hay duda… pero tampoco hay otra oportunidad.

FIN

miércoles, julio 26, 2006

Mejor no hablemos de amor ( IX )

Y así fue. De cierta forma yo llegué a creer que las cosas se habían calmado… que de alguna manera me acostumbraría a esta nueva forma de llevar las cosas. Pero no dije nada, a nadie le mencioné el regreso de Mr. H… ni siquiera a quienes estuvieron cerca en el momento cuando se había ido un tiempo atrás. Claramente a mi pretendiente no le dije nada, más allá de pensar que estaría celoso (no lo creía en verdad) no quería explicarle de quién se trataba, era una lata que no quería darme. Con Mr. H nos empezamos a ver con frecuencia de nuevo, siempre era entretenido conversar con él, con su humor negro a flor de piel, con esa ironía en torno a la forma de ver las cosas… creo que con el tiempo “heredé” eso de él… ha sido muy útil, no lo niego.

No se cuantas semanas pasarían, pero yo había mejorado mi humor y andaba más relajada por la vida. Aunque no faltaba el momento en que alguna conversación con Mr. H volteara hacia alguna cosa ya pasada, si no era uno, era el otro el que se encargaba de recordar alguna cosa: “podría haber funcionado”, “quizás otro gallo cantaría”, “hubiéramos hecho esto o lo otro”. Pero en fin, al parecer era como un pequeño “break” entre conversaciones… creo que ninguno le daba tanto asunto… o quizás más de lo que pensábamos. Pero llegó el momento de las confusiones. Y es que era extraño, la forma en que nos comportábamos daba para pensar que todavía había vida de “pareja”, pero sin serlo. Ambos nos pedíamos explicaciones por las cosas que hacíamos… algo de “celos” se manifestaba cuando él se juntaba con otra, y de su parte siempre se terminaba amurrando cuando lo dejaba para irme a juntar con C. ¿En qué terminó esa dinámica?. En que después de pedir y dar explicaciones entrábamos a la fase de reconciliación típica de las parejas. Sí, tal como lo oyen… terminé accediendo a tener una “relación doble”, estaba involucrada con dos personas a la vez, pero sin ser una “don Juan” o una “doña Flor”… no se trataba de conquistas (al contrario, nunca he sido de ese tipo de personas, mi carácter me lo impide), sino de circunstancias. A fin de cuentas, con ambos era una especie de juego casi… uno más antiguo que el otro, claro… pero ninguno con el peso de la seriedad que se podría pensar. En fin, más allá de eso… estaba nuevamente con Mr. H… a pesar de mis reproches, a pesar de que me había dicho “nunca más”… bueno, como ven… la debilidad era tal, y la fuerza de voluntad tan poca…

Le pregunté en una ocasión a dónde creía que llegaríamos, me dijo que no lo sabía pero que no me preocupara por eso. Sinceramente no sabía qué creer… ¿Estaba jugando conmigo?, probablemente… pero otra vez no me importó. ¿Tanto quería a aquel sujeto?... al parecer sí. Nuevamente me dejé llevar, nuevamente cedí… estábamos a finales del año 2004, y yo estaba enrollada de nuevo. Dispuesta a “jugármela” quizás… decidí dejar de ver a C. (mi pretendiente)… era lo mínimo que podía hacer. Mr. H por su parte estaba más adorable que nunca. Evidentemente no era lo mismo que antes, pero se asemejaba bastante… nos conocíamos ya mucho más que antes… gustos, mañas, estilos… etc. No hacíamos planes como la primera vez… pero inconcientemente yo consideraba la opción de “tenerlo” a mi lado un tiempo largo.

Esta vez el paraíso duró casi dos meses. Tiempo intenso, quizás no tanto como la primera vez, porque la inocencia no era tal como aquella vez… pero de todas maneras, llegué a sentir que esa persona era tan importante para mí como nadie lo había sido nunca. ¿Qué pasó esta vez?. Se iba otra vez, tenía que regresar al sur… pero según él volvería pronto. Algo me hizo desconfiar. Esta vez no se por qué sabía que no habría “un de nuevo”. No dije nada. Esa despedida la viví como si fuera “nunca más”. Me aseguró que estaría conmigo pronto… pero yo sabía que no. Nos despedimos, aproveché al máximo esos últimos momentos. No me arrepiento de eso.

Y se fue. Una vez más lloré y grité, me desesperé… no era posible que me volviera a pasar lo mismo y con la misma persona. ¿Era verdad eso de que el “amor” enceguece?... al parecer sí. Pero a diferencia de esa primera vez… ya sabía lo que venía.

Continuará…

martes, julio 25, 2006

Mejor no hablemos de amor ( VIII )

Me sentía como una adolescente nuevamente. Fue extraña esa sensación. No se cuanto rato estuvimos así… sólo recuerdo que en un momento yo me aparté. Era como una reacción involuntaria asumo, porque no recuerdo haber pensando alguna cosa que me llevara a hacerlo. Mr. H al notar esa reacción me preguntó “¿Qué pasa?”. Yo creo que moví la cabeza sin decir nada. Traté de explicarle que me sentía rara, que no era algo que “tuviera” que pasar. “Deja de pensar tanto… le das muchas vueltas” me dijo. No se, me dieron ganas de pegarle o tirarle algo por la cabeza… antes de que dijera o hiciera otra cosa empezó a hablar de nuevo:

- Sí, ya… tienes razón, siempre la tienes. Mira, yo se que me porté como un demonio contigo. Se que me fui y que no te dije nada, que te aparté sin explicarte nada, y me imagino que te dolió mucho. Yo de verdad confío mucho en ti, pero en ese minuto me dio miedo decirte que era lo que realmente pasaba. No sabía cómo ibas a reaccionar… no sabía si era una justificación tampoco. Sólo que sentía que no estaba en mi lugar, me dio miedo asumir el riesgo y que de repente se fuera todo a la mierda. No quería cagarte con mis tonteras, y yo tampoco quería seguir cagándome la cabeza de tanto pensar.

Siguió hablando, me volvió a decir que él creía que me merecía alguien mejor que él, y que por eso se fue… pero que si me explicaba que se iba por miedo, o por indecisión pensaba que yo me iba a quedar con una mala impresión, o que iba a insistir en algo que no tenía vuelta y un montón de cosas más. En el fondo se excusó, y aunque no lograba entender bien la fuente de su disculpa, tampoco me hacían sentido otras cosas…

- ¿Y ahora qué? – Se lo dije en tono de duda, pero de una duda que descoloca… de alguien que no entiende ni la mínima parte de todo.

Se quedó en silencio unos minutos, como si pensara y buscara las palabras adecuadas. Y creo que las encontró: “Es el momento de darle un final como la gente”. Con eso me quedaron claras algunas cosas, como por ejemplo el hecho que no venía a buscar una segunda oportunidad, así como tampoco había vuelto a vengarse o cuanta cosa se me había ocurrido pensar antes. Tal como lo tenía pensado en mi caso, él venía a cerrar su cuento con un fantasma… ¡Qué curioso que el fantasma haya sido yo!

Me tocó el momento de hablar, y lo hice. Se lo dije todo. Me desahogué. Le dije todos los rollos que me había pasado cuando desapareció, todo lo que me había costado intentar olvidarme de “lo nuestro”, y que me parecía insano terminar en una plaza besándome con él y dándome cuenta que todavía no lo superaba del todo. Él me dijo que tampoco lo superaba, pero que no era motivo para una segunda oportunidad… le encontré razón, ¿Qué podría quedar de todo, aparte de ese pasado compartido?. En algún momento llegamos al tema de la amistad… él venía a buscarme como “amiga”, que era una de las cosas que más le había dolido perder. Sí, obvio, yo siempre he funcionado bien como pañuelo de lágrimas de otros… podía entender su argumento. Llegué a pensar en su propuesta, pero no le contesté… no quería ser amiga de un sujeto que me revolvía tantas hormonas, no me sentía capaz de soportarlo. Pero me fui con cautela, le dije que no esperara encontrarme igual que antes, que las cosas cambian, tal como él lo había hecho.

Me dijo que lo entendía, que no me pedía nada, excepto la posibilidad de aclarar el asunto, y que por favor no lo odiara… que tratara de ponerme en su lugar: “Es pelúo no saber dónde perteneces”. Su rollo de la inestabilidad siempre fue la excusa que justificaba su comportamiento, esta vez no fue la excepción. En fin, de sentimientos encontrados, terminé diciéndole que si bien no entendía todavía qué quería exactamente, estaba de acuerdo que había que dar un corte. La conversación se giró hacia nuestras vidas, qué estaba haciendo yo, qué pretendía él en Santiago… me dijo que su estadía era indefinida, pero que no quería encariñarse mucho con la ciudad. De repente me vi acostada en la banca con mi cabeza apoyada en sus piernas, hablando de las mañas de mi pretendiente, y en como me zafaba de él cuando podía. Mientras él reía contaba que las minas lo terminaban aburriendo por “camotes”… llegamos a la conclusión, entre risas, que seríamos solterones mañosos riéndonos de todo el mundo. Así concluyó el encuentro: con la promesa de que todo había acabado y que aunque las cosas ya no serían iguales para una “amistad”, al menos no nos privaríamos de reírnos un poco de la vida y del mundo. Que gracioso, era demasiado ambicioso para que resultara.

Continuará…

viernes, julio 21, 2006

Mejor no hablemos de amor ( VII )

“Algunas otras costumbres sí se quitan”, respondí hundiendo la última punta de la colilla en la tierra. No se si entendió de qué hablaba, pero se apresuró a preguntar:

- ¿Cómo has estado?... creo que tengo que preguntártelo.
- Bien, o sea… aquí me ves, aunque tengo mucha curiosidad de por qué querías juntarte conmigo.
- ¿Curiosidad?, no veo qué tiene de malo.
- De malo nada… pero me parece que es extraño de todas formas, ¿No te parece?, o sea, ha pasado un buen tiempo…
- Sí, harto tiempo…
- Y no se qué hizo que te acordaras de mí otra vez…
- Siempre me he acordado de ti…
- ¿Cómo puedo yo saber eso?...
- ¿Me estay pidiendo una prueba?... es insólito…
- Te parece insólito que te pida explicaciones… bueno, a mí me parece insólito que te extrañe eso… - Ignoro como fui capaz de decirle todo eso, y yo que me había quedado paralizada al verlo llegar, supongo que la tranquilidad con la que él se tomaba todo me molestaba a tal punto que no pude evitar decir todo eso. Era como si él “ninguneara” todo lo que me había pasado (o sufrido)
- No pensé que lo ibas a tomar así… te llamé porque tenía ganas de verte, como hacía tiempo no sabía de ti, y como vine a Santiago de nuevo…
- Ok, tú crees que estoy siendo muy grave… de más… pero no esperes que sea de otra forma… si es que me conocieras un poco cacharias que no podría ser de otra forma…

A esas alturas de la conversación estábamos sentados en una banca de un parque, yo miraba el suelo y él fijaba su mirada en mí, podía notarlo porque lo miraba de reojo. Él encendió un cigarro… quedamos en silencio un buen rato. Un poco de culpabilidad me invadió… quizás había sido muy cortante de entrada, traté de suavizar el cuento…

- ¿Y cómo has estado tú?, ¿Qué has hecho en este tiempo? – Volvió a mirarme mientras me ofrecía de su cigarro como forma de hacer un pacto de no agresión… yo acepté.
- Estuve trabajando con mis tarros (computadores)… acondicioné caleta de tarros en la ciudad, gané mi plata con eso. Estuve medio enfermo también, tu cachai, el frío de allá es cosa seria, pero igual estable. Mi familia está bien, mi hermano chico cada día más grande, y mi orgullo personal. Creo que igual bien, ya que estoy acostumbrado a estar allá… pero igual echando de menos Santiago, siempre se echa de menos…
- Bueno, yo como buena citadina, no podría irme de aquí…
- Lo se, tú eres de la gran ciudad, es lo tuyo… ¿Estay estudiando todavía?
- Sí, me queda un año…
- Que buena, casi nada…
- Sí… se pasa rápido igual…

Se produjo otro silencio prolongado, pero ahora ambos nos mirábamos fijamente, como intentando adivinar qué pensaba el otro. Al parecer sin éxito, yo no podía saber que pasaba por su cabeza… y aparentemente él tampoco. Ahora él rompió el silencio:

- Y supongo que ya estás viviendo sola en tu mansión de Providencia… -

No se por qué me empecé a reír, de verdad el comentario me dio risa… me acordé de que una vez en mis delirios de grandeza le dije que iba a ser feliz el día que viviera sola en mi gran departamento de Providencia. Un sueño que al corto plazo no tenía por donde ser cumplido. Y me reí al escuchar su comentario… no se si por lo iluso de pensar que podría ser verdad, o si era porque me daba gusto que se acordara de un detalle así. De seguro era por eso último. Él rió también…

- Que gusto verte reír de nuevo… me costó eso sí.
- Siempre experimentando a costa mía… pensé que se te había quitado – Yo le hablaba, pero en tono ya no agresivo, si no más bien una mezcla entre ironía y broma. Se relajó aún más al ver que ya no estaba a la defensiva.
- Tú sabes… experimento contigo, no sobre ti.
- ¡Gran diferencia!, sólo una actitud pasiva como la mía aguantaría eso contigo.
- No es pasividad, es comprensión… eso es lo que siempre me ha gustado de ti.
- Entonces podría convertirme en tu madre suplente… las madres son las únicas que tienen por misión “comprender” – Eso le causó mucha risa.
- No podrías ser mi mamá… no hay quien se le iguale a mi vieja. Pero si quieres te dejo en la lista…
- ¿Lista?, ¿y en qué puesto estoy?... supongo que este tiempo de no verte habré bajado caleta de lugares.
- No loca, tu lugar sigue intacto – Ahí dejó de reír, y yo también. Me miró fijamente… y en un acto de osadía me tomó la mano. Yo me estremecí, y volví a paralizarme, no reaccioné ni fui capaz de quitarle la mano… sin soltarme le respondí.
- No seas mentiroso, las cosas no pueden estar igual… y mi lugar debe estar perdido hace rato. Tú sabes mejor que yo que lo “para siempre” no existe.
- Sí, pero ¿No me crees?... no, obvio que no me crees…
- No volvamos sobre eso, no tengo como creerte… tampoco tengo por qué hacerlo.
- Sí, si tienes una razón pa’ hacerlo
- Ya, ¿y cuál es?
- Que todo quedó a la mitad, no hubo cierre… por lo mismo no ha acabado… - Me sorprendió que de repente su memoria se refrescara de esa forma.
- Ah, entonces ahora ¿me culparás a mí por eso?
- No, no voy a hacer eso…
- ¿Entonces qué vas a hacer al respecto?... – Su respuesta no llegó de la manera que yo me esperaba en ese minuto, no dijo nada, sólo se acercó a mí y antes que yo pudiera decir algo para quebrar el silencio comenzó a besarme. Pensé en esquivarlo, pero era evidente que no quería esquivarlo… sólo un intento hice, pero con uno de sus brazos alrededor de mi cuello me atrajo de nuevo hacia él… ahí sólo cerré los ojos, sabiendo que después quizás me arrepentiría… pero disfrutando del placer de esa tarde-noche cayendo sobre la ciudad y con la delicia de algo que ocultamente deseé por tantos meses. En ese minuto sólo me dejé llevar… mi razón estaba con los ojos vendados otra vez.

Continuará…

miércoles, julio 19, 2006

Mejor no hablemos de amor ( VI )

La ansiedad y la angustia pueden ser malas compañeras juntas, traicioneras como ellas solas, e impertinentes al mismo tiempo. Aquel día fue uno de ellos, yo sólo quería que llegara la noche para irme a mi casa y leer qué decía el endemoniado mail. Sin embargo, el tiempo corría más lento que nunca, y por más cigarros que fumara y más cafés que tomara, no parecía ir más rápido el reloj. Pero finalmente, y después de haber dejado la crema en la u y en las cosas que estaba haciendo, llegó el momento de irse a casa. Fue un viaje largo, pero en blanco: me limitaba al objetivo final, llegar pronto y no pensar nada más. Así lo hice, el saludo de rigor y después al computador. Abrí el correo cuyo asunto era un escueto “hola”… respiré profundo y comencé a leer.

“Hola. Supongo que te acuerdas de mí. Yo creo que sí. ¿Cómo te ha ido?...”. En cierta forma, creo que no me esperaba algo muy efusivo… de todas maneras, todo me parecía bastante confuso, ¿Para qué escribirme?, si quería dejar pasar todo de largo, era cosa de desaparecer y punto, tal como lo había hecho hasta ahora. Al avanzar mi lectura, notaba como de cosas que no entendía se llenaban las frases… “me acordé de ti el otro día, estaba escuchando esa canción…”. “Sabes, estoy en Santiago estos días, podríamos juntarnos para conversar un rato”. Creo que eso fue lo que terminó de descolocarme. Sencillamente no podía creerlo… no sabía si largarme a reír o a llorar. ¿Y que no era que no iba a volver?, ¿Y que no era que estaba complicado?, ¿Y que no quería que me olvidara de él?. Se me ocurrió que me estaba gastando una broma… se me ocurrió que quizás hasta quisiera vengarse de mí por alguna cosa que desconocía… incluso que era yo la que todo este tiempo se imaginó algo que nunca pasó. Terminé de leer por 3ra vez. El mail terminaba con un número de teléfono y un “puedes llamarme”. Ahí creo que se gatilló mi sentimiento de orgullo herido: ¿”Puedes llamarme”?... no, claramente eso no sonó muy humilde, ni siquiera un “Sorry por haber desaparecido así”, ¡Nada!... terminé diciendo a regañadientes “¡Que se vaya al carajo!”

Esa noche tuve miedo de meterme al Messenger… y aunque podría haberlo bloqueado, no estaba segura si iba a hacerlo. Estaba molesta, pero más estaba confundida y descolocada… no sabía qué reacción podría haber tenido en verdad. Creo que pasaron un par de días, yo hacía de cuentas que nada había ocurrido, aunque andaba de un humor de perros… C. me decía que andaba “insoportable”, tenía razón… traté de compensarlo, pero mi orgullo (o mi corazón, como creía también) estaba dolido, y se me notaba. De la rabia empecé a moverme hacia la duda, ¿Qué pretendía este sujeto?... llegaba a pensar que quizás yo le estaba “poniendo mucho color”… aunque no lo parecía, no sabía… me enrabiaba y me reprochaba a mi misma… y volvía de nuevo a la duda. Un día de esos le pregunté sin querer a una amiga: “¿Qué haces cuando los fantasmas vienen a visitarte?”. Ella me dijo “Los enfrentas hasta que te diga qué quieren de ti, y ahí cierras el capítulo”. Sí, tenía lógica… a esas alturas ya creía yo que se trataba de un fantasma que volvía a visitarme, y que debía acabar con eso… pero no quería ser yo la que diera el paso al frente esta vez, mi orgullo empezó a dolerme más que en todos los meses anteriores… no sentía justo que tuviera que ser yo la que lo buscara. Decidí dejar que las cosas pasaran, a pesar de mi angustia y de mi ansiedad… “que pase lo que tenga que pasar no más”.

Y pasó… me llamaste por teléfono. No se qué te llevó a hacerlo, pero te acordaste de mi teléfono y me llamaste. “Hola…”… creo que ha sido una de las conversaciones más cortantes que he tenido por teléfono. Que curioso fue oír tu voz después de tantos meses… tan relajada, como si nada… tal como cuando conversábamos horas y horas de algún tema. Era claro que la que no estaba relajada era yo, casi en tono desafiante te pregunté “¿Qué quieres?”. Tú reíste… “Estás ocupada parece” me dijiste… te prometo que en ese instante si hubiese podido te hubiera tirado el teléfono por la cabeza. Me insististe que querías juntarte conmigo a conversar. A fin de cuentas acepté, supuse que era la forma de aclarar todo de una vez y que desaparecieras de mi vida por completo.

Acordamos el día, la hora y el lugar.

Aquel día me junté temprano con C., no quería explicarle qué iba realmente a hacer después, no quería que sospechara nada, así que le dije que iba a llegar tarde porque me iba a juntar con una amiga, que si quería me llamara al celular (claramente con la intención de que no lo hiciera). De todas formas no lo iba a hacer, dado que tuvimos una discusión ese día… por motivos que no vienen mucho al caso explicar. La cosa es que me fui molesta. Llegué al lugar de reunión acordado con Mr. H… pero él no había llegado, miré el reloj y era temprano todavía. Encendí un cigarro mientas esperaba… no tenía idea qué iba a pasar… tampoco lo estaba pensando mucho. Casi terminando de fumarme el cigarro aparece por detrás de mí: “Algunas costumbres no se quitan ¿cierto?”, yo me volteé y vi que me estaba mirando y sonreía al mismo tiempo. ¡Hace cuanto tiempo que no veía esa cara!... creo que atiné a sonreír levemente mientras enterraba la colilla en la tierra con la punta del pie.

Continuará…

domingo, julio 16, 2006

Mejor no hablemos de amor ( V )

La burla puede ser mucha, supongo que uno nunca sabe hasta donde. Pero para ese entonces, lo que parecía ser una casualidad, se convirtió en un escollo que nunca pensé que podría suceder. Un día navegando por Internet, revisando correos y cosas que suelo hacer recurrentemente durante el día… con mi Messenger encendido, de repente advierto una ventana que emerge por el extremo inferior derecho de mi pantalla… “Mr. H”… “No puede ser”, fue lo primero que pensé. Ya pensaba que quizás era lapsus, demencia temporal o lo que fuera… pero no era posible, así de simple. “Por si las moscas”, revisé el listado de contactos… la sorpresa fue tremenda cuando noté que efectivamente se trataba de la misma persona. Una sensación extraña me dio cuando corroboré que se trataba del mismísimo.

La disyuntiva se presentaba de la siguiente forma: ¿Me hablaría? ¿Tendría que hablarle? ¿Por qué demonios aparecería en mi Messenger después de tanto tiempo?. Muchas preguntas, en muy pocos segundo… poca capacidad de reacción. Me había descolocado, no atiné a nada… sólo miraba la lista de contactos del Messenger y veía como el nombre aparecía en mis lista de gente conectada. En ese minuto estaba en la U, haciendo un trabajo… sin decir palabra me levanté de la silla y fui a pasearme afuera con un cigarro en la mano. Lo encendí y empecé a fumar, mientras me paseaba y pensaba: se me vino de golpe una angustia, pero a la vez una ansiedad que no lograba explicar. Un poco más reactiva, me decidí a hablarle… terminaría el cigarro e iría al computador a hablarle. Ni siquiera sabía qué le iba a decir, pero eso no importaba… se me había olvidado el orgullo por un segundo, y no quería pensar… algo se me ocurriría en la marcha.

Cuando volví a sentarme, respiré hondo y fui a la lista de gente conectada… pero para desgracia de mis ansias, ya no estaba.

Ignoro qué pasó por tu cabeza cuando decidiste “admitirme” en tu lista nuevamente… así como ignoro qué fue lo que hizo que desaparecieras nuevamente. Llegué a pensar que quizás había soñado el verte, que sería algún engaño mental o quizás qué cosa. Una decepción me tomó en ese instante, una decepción de que quizás había dejado ir “otra” oportunidad. Con el correr de ese día, de a poco fui racionalizando… “¡Estúpida!, ¿Qué estuviste a punto de hacer?”… me reproché mi infantilismo, y guardé silencio el resto del día. En la tarde de ese día me junté con C. (mi pretendiente), casi como una forma de huir de todo y hacer de cuenta que no pasó lo de la mañana, me focalicé en ser atenta, cariñosa, a dármelas de mujer que está en “otra onda”. Él estaba fascinado… era como si yo hubiera cambiado de la noche de la mañana. Para mí era una forma de protegerme de algo que ni siquiera estaba cierta qué era… me asusté y busqué protección. Era evidente que “mi fortaleza” interior era tan débil como un castillo de naipes.

Castillo de naipes que se derrumbó a los pocos días: en una semana con exceso de actividad, pruebas, trabajos y muchas cosas más… revisando mi casilla electrónica encontré un mail de Mr. H. “¿Qué demonios pasa aquí?”, fue lo primero que dije… y parece que lo dije en voz alta, porque quienes estaban conmigo me miraron con el medio signo de interrogación en sus rostros. No podía leer el mail, tanto porque me apremiaba un trabajo que hacía, así como el susto de no saber qué diría… tenía que leerlo con tiempo, cuando esta gente no estuviera conmigo, cuando me calmara, cuando estuviera preparada a lo que fuera. La noche era una opción… mientras tanto, cerraba la casilla y trataba de conectarme con lo que estaba haciendo. “Sí, en la noche mejor”.

Continuará…

sábado, julio 15, 2006

Mejor no hablemos de amor ( IV )

Bajo ese nuevo carácter, quizás soberbio y hasta indolente, logré armarme de un temple nuevo. Las cosas comenzaron a importarme “una raja”; lo único importante era tener éxito en los estudios (con el mínimo esfuerzo, claro) y pasarlo bien. Sus buenos carretes y bastante ocio. Incluso empecé a burlarme de quienes tenían “atados” amorosos… les decía que eso era una pérdida de tiempo, que se olvidaran, que era innecesario: “yo”, la que tenía “heridas de guerra” en eso podía dar fe que no valía la pena. Debo decir que muchas personas me hicieron caso, dado que cuento con la confianza de mucha gente que cree en mis consejos, jajaja… curioso, si yo hubiera sido ellos, no me habría hecho tanto caso. En ese período alguien me preguntó una vez: “¿Te olvidaste que alguna vez sentiste lo mismo?”… después de pensarlo un poco, yo respondí, “No, no me olvidé… por lo mismo no voy a dejar que pase de nuevo”

Mi nuevo pretendiente (“pretendiente” fue la palabra que empecé a usar de ahí en adelante y hasta el día de hoy) tenía el convencimiento de que yo nunca había tenido una “experiencia” amorosa… no me interesaba refutarle su percepción, así que tampoco mencioné mucho sobre cosas que hayan pasado con anterioridad. Mientras menos preguntas mejor. Comenzamos a salir, un par de tocatas, unas chelas por ahí… su par de cafés en otras oportunidades… lo curioso era que hablábamos poco, jajaja… es decir (antes que se imaginen otra cosa), yo conocía tan poco de él como él de mí… eso me acomodaba bastante y al parecer a él también. Lo pasamos bien, no lo niego. Junto con eso, mi vida universitaria, ya en pleno 2004, se reducía a la vida social en la cafetería de ciencias sociales… casi no entraba a clases, lo sentía un trámite innecesario. Empecé a “querer” más la universidad, y no por el “aula” en sí, jaja… claramente no era por eso.

El segundo semestre empezó bajo la misma tónica de cómo terminó el primero: estabilidad y ocio. Tuvo sus variaciones sobre la marcha, como el hecho de haber empezado a trabajar en algunas cosas… ahí empezó a gestarse el gustillo por el dinero, y a emerger la duda por “el futuro”. No era menor, me quedaba un año para salir de la U, y ver qué demonios iba a hacer con mi vida… reconozco que postergué ese caldo de cabeza por un tiempo, por sanidad mental. Así también por sanidad mental fui rehuyendo el compromiso que mi pretendiente quería obtener de mí… con palabras sutiles, le daba a entender que no era necesario, y que a mí no me interesaba. Creo que él lo entendió… pero no lo aceptó. No perdía oportunidad en recordarme que podíamos tener algo más que una simple amistad con ventaja… de repente me sentía cruel huyendo de esa forma, pero lo creía necesario.

Aún con todo esto, si me hubieran dado en ese entonces la opción de echar el tiempo hacia atrás, hubiera aceptado encantada (a pesar de que mi discurso era otro)… de repente se me venían esas ideas a la cabeza y me asustaba… al parecer esa endemoniada nostalgia todavía no me abandonaba del todo, pero yo era una convencida de que con el tiempo podría olvidar… algo estaba resultando, era cosa de que pasara más tiempo… al menos ahora no me sentía inhabilitada, eso me reconfortaba.

Es increíble como las jugadas del destino pueden ser crueles a veces… yo en vías del saneamiento emocional y sin pensar que se presentaría una nueva oportunidad para torcer el camino. Una nueva prueba a la resistencia y a la consistencia… la manera más lúdica de ver que entre discurso y acción hay un abismo de diferencia. Nada lo hubiera siquiera advertido… yo ni en mis deseos más ocultos hubiera dado fe de que ocurriría, esperanzas desvanecidas, cuento asumido. Pero no estaba dicha la última palabra.

Mr. H reapareció en escena nuevamente

Continuará…

viernes, julio 14, 2006

Mejor no hablemos de amor ( III )

Pero la tragedia no fue… o al menos no como me la llegué a imaginar.

Transcurrieron varias semanas de encierro personal… la sonrisa desapareció de mi rostro, los planes se esfumaron, el pasado se estancó en ese minuto del tiempo. Me veía una y otra vez escarbando en mi cabeza y en mi corazón… no era posible, no me lo merecía ¿o sí?... y si me lo merecía, me atormentaba no saber por qué.

En el tiempo que siguió, la estrategia de “racionalizar” mis emociones me hizo pensar que después de tanto tiempo, tenía que acabar mi duelo… un duelo muy extraño, porque se trataba de una pérdida de mí misma. Con el pasar de los meses me hice creer a mi misma que fui yo quien cometió los errores, pero con la idea de que no me podía echar a morir por eso… así fue como de a poco fui tratando de cerrar una historia. Reconozco que con la ayuda de mi “recuperado” sentido común me fue costando cada vez menos… la voluntad es fuerte a veces, a mí me sirvió eso y el tiempo, más que cualquier otra cosa. Lo lastimero del asunto, es que todavía me culpaba de algo que ni yo tenía muy claro; pensaba que quizás mi gran culpa era haber “presionado” mucho… yo no lo sentía al menos, pero daba el beneficio de la duda… nadie podía confirmarlo o refutarlo… no quise buscar árbitros tampoco. No me apoyé en nadie, lo enfrenté yo… y aunque salieron “manos” que quisieron ayudar, yo no las dejé… no podía ni quería compartir lo que me había pasado, mientras menos gente lo supiese, mejor… así me evitaba la sarta de preguntas que no quería oír ni responder.

De cierta forma, traté de ir “enterrando” los hechos, a ver si me podía olvidar de lo que había pasado. Estaba claro que no había vuelta atrás y como se dice… “mejor quedarse con lo bueno y enterrar lo malo”. Creo que traté de hacer eso… el no tener ninguna noticia más de Mr. H contribuyó a que pensara incluso, que ya no existía. Fue bueno porque logré empezar a fijar la vista en otras cosas: retomé mi vida estudiantil y social… volví a mis carretes, aunque de manera un poco más “tóxica”… quería “recuperar” los meses de inactividad social. Y así lo hice, pero nunca hablando de lo que me había pasado… incluso ni en las borracheras más dramáticas se me salió alguna vez el nombre de Mr. H. Mi círculo lo olvidó… y yo también.

Tratando de seguir la senda de la recuperación, me encontré cortejada por algunos sujetos. Bajo mi nueva política de “trust no one”, utilicé las tácticas suficientes para no develar “más de la cuenta”. Me convencí que debía seguir adelante, y que tenía derecho a tener pareja, sin embargo, bajo la consigna de “querer hasta donde la racionalidad permita”, después de esa barrera, mejor decir adiós. Así fue como comencé algunas relaciones fortuitas, que acaban a la primera señal de compromiso y planificación (por muy pequeño que fuera, hasta la palabra “pololeo” me producía alergia). Y funcionó, estaba nuevamente sobre “el carril correcto de la vida” según yo… que bien! La pena ya no estaba, incluso me estaba llevando bastante bien con un chiquillo… él me preguntaba a veces, por qué yo no era como el resto de las minas que se abalanzan sobre los tipos y no los dejan respirar… yo me limitaba a reír y a contestar… “porque tiene que ser al revés”. Él lo tomaba como una broma característica de mi humor negro… yo, sin embargo, al parecer lo creía de verdad.

Continuará…

jueves, julio 13, 2006

Mejor no hablemos de amor ( II )

Abril… mayo… junio… julio… un otoño-invierno paradisíaco. No importaba nada, ¿cierto?, me daba lo mismo las cosas que dijera la gente, yo “estaba enamorada” y no me importaba. Pasamos tardes enteras entre eternas conversaciones y pololeo adolescente… me sentía sencillamente una quinceañera, si hasta podía verme con el jumper puesto. Quienes tuvieron la suerte (o la desgracia) de verme aquel tiempo podrían corroborar esto que les estoy diciendo. ¿Embodada?, sí, claramente sí… me olvidé que tenía estudios que cumplir, que tenía responsabilidades… por muy pequeñas que fueran, que había más gente alrededor… mis pensamientos se iban reduciendo a “nuestra última junta”, y a “cuánto tiempo tendría que pasar hasta la próxima vez que nos viéramos”.

Podría decirse que era el comienzo de algo muy intenso, y aunque los dos nos decíamos mutuamente que no era eterno, los primeros meses nos olvidamos del tiempo… por mi parte fui lo más sincera que pude, dije mis verdades y aunque me avergonzara de algunas cosas, no escatimé en depositar mi confianza. Le di cariño… le di amor… siento que me correspondió, me sentía querida. Que belleza de vida!... sin querer empezaron los planes... “si tu te vienes conmigo”, “cuando vuelva…”, “me quedaré un tiempo más para…”. ¿Será posible?. Yo creía que esas cosas no pasaban… yo vivía “el momento”, sabiendo que tenía que terminar… pero este personaje comenzó a darme esperanzas, de las que nunca habíamos hablado, y las cuales evitábamos de mutuo acuerdo… ¿Por qué lo hacía?, yo pensaba que había un cambio, que tal vez era viable tenernos por más tiempo… y aunque traté de irme con calma, mi ímpetu me hizo tomar vuelo.

Todavía me acuerdo cuando me dijiste que no querías irte, que querías quedarte conmigo… así como también al mes siguiente, sin saber por qué, me dijiste “olvídate de mí, no te convengo”. Un balde de agua fría sobre mí, de la noche a la mañana cambiaste y yo no entendía por qué… me esperanzaste y me hiciste creer que podíamos ilusionarnos, y después apareciste con ese discurso: “esto no va a resultar, terminemos aquí”. Como si fuera poco, me dijiste que te ibas y que no volverías a Santiago. Cuando te preguntaba “por qué”, tú sin mirarme me decías que tu vida se había complicado y una sarta de palabras que para mí no tenían sentido… la distancia era nuestro único límite, e incluso con eso habíamos logrado sobrellevarlo, ¿Qué cosa impedía ahora tu retorno y te exigía el pedirme que te olvidara?. Una y otra vez traté de insistir… te negaste a hablar, me asusté… te pregunté si te había hecho algo, que por qué no confiabas en mí… tal extremo que llegué a decirte que no iba a pedirte nada, pero que me dijeras cuál era el problema. Te negaste nuevamente. No me atreví a insistir… entre el darme cuenta el patetismo en el cual estaba cayendo, y el ver que así tampoco ibas a confiar en mí… no pregunté más. No hubo más visitas, no hubo más llamados por teléfono… no hubo más mails.

Para octubre del 2003 Mr. H desapareció de mi vida.

Yo con mi pena a cuestas, me preguntaba una y otra vez “¿Por qué?”… “¿Qué hice?... ¿Qué le hice?”. Duda que tuve que cargar bastante tiempo, porque sus razones nunca me convencieron, no era posible que no pudiésemos darnos una oportunidad… yo se la habría dado, no me importaba el pasado, no me importaban los errores.

“Mi primer día sin ti” (Enanitos Verdes) se convirtió en mi estandarte en esos días… tal como lo fue en 1995 cuando sufría por mi primer amor adolescente… la diferencia, es que ya no era adolescente, tenía 20 años y una tremenda pena. Recuerdo haberme preguntado si “el niño que enloqueció de amor” era de verdad una historia verídica… yo ya me sentía parte de una tragedia.

Continuará...

miércoles, julio 12, 2006

Mejor no hablemos de amor ( I )

Odiosamente creo que todos alguna vez hemos llegado a la conclusión de que eso de “sufrir por alguien” es una complejidad innecesaria. Digo “odiosamente”, porque tenemos la costumbre de gritarlo a los 4 vientos, con mucho ruido… pero no con mucho convencimiento. En todo caso, fuera de ser excesivamente reflexiva… esta afirmación tiene un asidero “empírico” importante… sobre mi caso particular, debo decir que los problemas han sido tantos como errores que los provocaron he cometido. Me parece que la historia algo se ha dibujado en este tiempo… pero será mejor que ejemplifique mis dichos con mi versión de una de las historias más “intensas” de mi vida hasta ahora.

Si bien ese año (2003) parecía ser uno más como cualquiera, no lo fue al fin y al cabo: descubrí que se puede ser feliz y sufrir en períodos muy cortos de tiempo. Al inicio de ese año tenía el convencimiento de que tenía tanto que descubrir, que era una joven comenzando a vivir, que tenía todo para que mi vida fuera la raja: amigos, carrete, buen pasar en la u, salud estable, dinero, proyectos… no se, creía estar tranquila y satisfecha, disfrutando de lo que no había podido hacer en muchos años de mi niñez y mi “tortuosa” adolescencia. Pero el verano tiene su lado cruel… cuando te apartas de tus actividades habituales, cuando tus amigos están lejos, cuando tu familia hace la vista gorda, cuando se hace difícil proyectar… en fin, cuando el insomnio llega sin ser llamado… una “mano amiga” es bienvenida siempre. Y esa mano amiga llegó, en una de esas noches de insomnio. Todavía recuerdo la primera conversación que tuve con Mr. H… como fue que apareció (re-apareció) en mi vida, la que se iba llenando lentamente de dudas sin resolver. Empezaba a dudar que la vida me sonriera a mí, pero Mr. H se encargó de mostrarme que yo “tenía todas las de ganar”, me ayudó a ver que puedo confiar en mí misma, y que era capaz de “confiar” en el resto… una de las cosas que hasta ese entonces me costaba de sobremanera, y que después de eso, se convirtió en uno de mis logros sociales más notables.

Y así empezó… entre charla y charla… horas y horas… días y días… semanas y semanas… empecé a sentir algo extraño… esa persona que reapareció en mi vida era mi amigo… pero yo sentía que esa amistad era más que una charla o un desahogo… algo de sus palabras, de su manera de ser me hacía pensar una y otra vez… al punto que en cierto momento había decidido acabar con todo y desaparecer de su vida… no era posible que yo perdiera mi autonomía mental por otra persona. Fue ahí donde no fui capaz de dar el paso atrás… y Mr. H dio el paso al frente: me confesó que estaba igual de loco por mí que yo de él… que era importante que yo lo supiera, y que quería estar conmigo. Palabras que me cayeron como balde a agua fría… yo que pensaba que me estaba precipitando, que eso no podía ser… que kilómetros de distancia no permiten estas cosas… y lo permitieron… se vino a Santiago un tiempo, me buscó y me encontró… pero ahí la que dio el paso adelante fui yo: contra todo pronóstico, me olvidé de mis prejuicios, de mis dudas y “me lancé”, me atreví a abrir el corazón como se dice… pero más allá de eso… abrí mi vida, que estaba guardada bajo 7 llaves.

Continuará...

sábado, julio 08, 2006

La Piojera, el regreso

Este viernes fue un día entretenido, hay que decirlo... y es que coronar la noche en La Piojera fue un evento como pocos. A diferencia de veces anteriores... esta vez no nos echaron!!! jajaja... notable, cierto?...y eso que seguiamos siendo ruidosos y bebedores (bueno, me excluyo... mi sobriedad me embriaga, jajaja)... a pesar de eso, estuvo weno. Nos encontramos varios del grupo de la U, y es que hoy había presentación de práctica de dos amigos nuestros... y después nos fuimos a celebrar... ¿Qué mejor lugar que La Piojera con un buen terremoto?. Empezamos tempranito... tipo 6 si no mal calculo... todo muy piola... hacía semanas que no me reía tanto... casi como terapia de grupo, pero entretenida.

Y así... la licencia de un carrete era necesaria, más si es un viernes después de una semana horrible. Justamente merecido, nos acordamos de varias cosas, "sacamos el tejido" y aprovechamos de echar mierda al mundo laboral que nos tocó vivir, jaja... casi como adultos-fome... pero no tan críticos, creo yo. En fin, uds. saben... el copete nos hace ser "sanguchitos de palta"... nos apretan un poquito, y hablamos soltándolo todo.

Con todo eso... y en perspectiva, este finde se ve piola... viendo como llueve afuera, sintiendo el frío al asomar la nariz al patio. Un par de cosillas que hacer para la otra semana... y feliz porque el lunes Valpo llega a su fin... ¿no es notable?... yo encuentro que sí. Me ofrecieron hacerle clases de computación a una profe del instituto... es la pega más rara que me han ofrecido hasta ahora. Dinero extra... no viene nada de mal.

Ahora estoy viendo como Alemania le da una paliza a Portugal en el mundial por el 3er lugar... no me arrepiento de no haber visto el mundial, jaja. Bien... es todo por ahora. Estuve de visita por algunos de vuestros blogs... encontré cosas interesantes, debo decirlo. Esperen el próximo post... se viene, jaja.

miércoles, julio 05, 2006

Fin de semestre

Por esas casualidades de la vida, ayer cuando miraba el calendario y veía "4 de julio"... de repente me hizo sentir un estremecimiento... y no porque estuviera emocionada por los gringos y su aniversario... sino porque pensé "Es fin de semestre!!!!"... ¿Qué tenía de particular?... pues para mí nada, y eso es lo más que me llamaba la atención. Y es que ahora "mis tiempos" no son los tiempos de estudiante universitaria... o sea, obvio!... pero creo que todavía tengo el convencimiento de que pasado el 10 de julio se acaba la tormenta y vuelve la calma... como cuando esperaba con ansias mis vacaciones de invierno.

Errooooorrrrrrrrr!!!!!!: 1) No tengo vacaciones; 2) La tormenta no tiene para cuando acabar... quizas el pensar de esa manera me haga pensar que tal vez tengo la posibilidad de hacer de cuentas que este "semestre ya pasó y viene otro nuevo... desde cero"... sí, pensar de esa forma tiene sus ventajas... y es que se plantea como una promesa de cambio... "saldré de este cacho y podré hacer otra cosa más entretenida"... qué ganas de poder decir eso!.

En fin, la distribución del tiempo cambia... y no sabría decir si para mejor o peor. Es muy pronto para decirlo. ¿Qué me espera el "otro semestre"?... creo que salir definitivamente de las garras de la Escuela de Diseño sería un buen comienzo... hacer "la última intentona" de entrar a la elite académica del Instituto de Sociología UC podría ser lo otro en carpeta. Dar plazos, algo que no he podido hacer desde que salí en diciembre pasado... y ya sabemos los problemas que ha causado.

Por ahora, en el ojo del huracán, creo que veo el tiempo avanzar más lento para mí de lo normal...ver a mis pobres compañeros terminando sus prácticas profesionales para unirse al grupo de Sociólogos Cesantes Asociados me hace pensar... "tú estabas en las mismas... y ahora a la mínima presión te vay a la mierda"... parace que es verdad que el egresado se hace más exigente, jaja.

Me parece que una de las cosas más "peliagudas" en este minuto, es planificar... onda eso... "hacer planes"... quizás debería dejarlos para otro momento... aunque pensándolo bien... ¿qué gracia tiene levantarse todos los días si no tienes planes... o al menos con ganas de querer hacer algo?. Mientras reviso mi lista me pregunto... "¿alcanzaré?"... mientras la doblo y la guardo en el bolsillo me respondo... "tendré que alcanzar". Tengo que vengarme de Mr. H, jajaja... tengo que alcanzar!!!

lunes, julio 03, 2006

Inspiración... ven a mí!

Que apestante… son las 11.40 de la mañana… y todavía no soy capaz de escribir ni una línea del informe que para la tarde. Definitivamente este proyecto me tiene “chata”… en fin, habrá que buscar la inspiración en alguna parte… creo que por ahora, me limito a escribir en el blog, como una forma de “ensayar” y hacer de cuenta que al menos algo estoy escribiendo.

Para salir de los problemas domésticos, me vine a la u con mi pc… pedí una oficina prestada, y aquí estoy… viendo por la ventana el paseo de la gente que va y viene… me doy como plazo antes del almuerzo para tener el esqueleto del informe… después, es sólo relleno. Pero este es el punto brígido… horror!!!!

¿Qué más les puedo decir?. Bueno… el fin de semana fui al cine… vi “La casa del Lago”… algo romántico pa despejar un poco la tontera, jajaja. Dentro de mis otras actividades… creo que todo bien, la ayudantía llegando a su fin… y pensando si es prudente o no hacer otra el semestre que viene… es una decisión que debo tomar de aquí a una semana o dos… no se que decidiré aún… es el misterio propio de la vida, nada que hacer. De las otras pegas, sólo stand by por ahora… creo que después de la quincena de julio veré un poco más de luz… espero. De la recreación en general… creo que volveré al carrete en los próximos días, con moderación eso sí, jaja… desde ahora trataremos de que sea con moderación.

Bien… será mejor que me ponga las pilas… no quiero trasnochar hoy, definitivamente no quiero eso.