viernes, febrero 29, 2008

She is... (Virtual)

Estaba más tranquila. Al menos en parte. “Debe estar en su casa ya”, pensó. Sintió la tentación de llamarlo, pero se detuvo al instante. Era demasiado incoherente después de lo que acaba de pasar, pues era evidente que estaba huyendo de él, y si lo llamaba, ¿qué le diría?. Quedarse en silencio al otro lado de la línea no ayudaría. Tampoco estaba segura si quería disculparse, sabía que tendría que hacerlo, pues era completamente conciente de su falta, pero tampoco sentía tanta responsabilidad después de todo…

Se sintió como una adolescente y se reprochó tal comportamiento. Prendió la computadora, “quizás un mail ayude, o al menos… podría funcionar”. A veces sentía que su relación funcionaba mejor así, casi “virtualmente”. Cuando quería comunicarle algo, ella prefería mandarle un correo o un mensaje de texto, pocas veces optaba por la llamada telefónica directa, a menos que fuera muy necesario.

Antes de comenzar a escribir, colocó un poco de música. Así tal vez las palabras fluirían con mayor rapidez, quizás algunas de las letras de las canciones que escucharía le darían ideas sobre qué poner, sobre como empezar. Pensó en redactar algo que la exculpara, una excusa, y así evitarse el cuestionamiento posterior, pero se arrepintió, pues esto era más grave que un simple “inconveniente”, era algo deliberado y completamente conciente. Era la primera vez que se sentía mal por dejar a alguien plantado, incluso siendo él.

“Terminar”, pensó. “Eso es lo que debería ocurrir ahora. Sería más fácil que naciera de él”. Quizás por eso no acudió a la cita de esa noche, como una forma de apresurar un término pospuesto, de acelerar un fin. “No deja de ser extraño, terminar algo que nunca estuve segura de haber comenzado”. Meditó sobre lo canalla que puede llegar a ser un ser humano, canalla con el resto, canalla consigo mismo. Esa famosa culpa que no había sentido jamás antes y que sólo emergió horas antes, volvía a aflorar. Se preguntó si tal vez había llegado a sentir algo realmente por él, algo parecido al “amor”, no lo creía posible después de todo, esa no era ni por lejos una relación normal, en el sentido común de la palabra. Quizás era lástima, y si era eso, tampoco la hacía sentirse mejor.

Mientras se iniciaba el ordenador, se le vinieron a la mente acontecimientos que la hicieron dudar de una de sus reflexiones anteriores: “nunca haber sentido culpa”, pues eso era falso. Hacía mucho tiempo atrás, la culpa era su desayuno, su almuerzo y su cena. En los años donde se consideraba una persona débil, pasada a llevar, añoraba el momento de convertirse en alguien fuerte, incólume, casi de piedra. Aparentemente lo había conseguido, aunque a veces le pesara su comportamiento tan frío con el resto. Claro, no había justificación, era una persona fría, que superponía su tranquilidad ante la del resto, y la tranquilidad no necesariamente estaba conectada con la conciencia. Al menos en este caso, algo de remordimiento había, y eso le llamaba la atención.

Una vez con la vista de su fondo de pantalla, se dispuso a abrir su correo y su programa de mensajería instantánea, esto último lo hacía por inercia, ni siquiera lo pensó. Así como tampoco imaginó que en cuanto se iniciara, una ventana de conversación emergería: “Imagino que tuviste un problema enorme para ni siquiera contestarme el celular”

jueves, febrero 28, 2008

She is... (Ausente)

Esto era extraño. Siempre se había caracterizado por ser una persona puntual. Al menos, si tenía algún problema que la retrasara, llamaba para avisar. Así había sido siempre. ¿Por qué sería distinto ahora?, ¿le habría pasado algo?. Quizás se le quedó el teléfono en casa, o tal vez no lo escucha en la cartera. Si es así, debe estar por llegar.

Ya eran pasadas las 10 y él estaba sentado en la banca de la plaza donde quedaron de verse. La cita era a las 9, y ella no llegaba. Habían quedado de juntarse para comer juntos en un restaurante. Aprovechando que era 14 de febrero, celebrarían el día a su manera, una cena no muy romántica, quizás visitar un pub después, y si lograban conectar esa noche, terminarían en la casa de alguno de ellos. Si era en la casa de él, era probable que a eso de las 4 de la mañana ella pidiera un taxi que la llevara a su departamento. Si era en el departamento de ella, ella le pediría un taxi a él que lo llevara a su casa cerca de las 4 de la mañana. Así había sido siempre. Que él recordase, nunca habían pasado una noche juntos. “Quizás esta noche es el momento”, pensó.

Se levantó de la banca y caminó alrededor de ella, con la cabeza baja e intentando nuevamente con el celular. No había caso. Nunca había caso. Era primera vez que ella no le contestaba el celular, pero no la primera vez que lo evitaba. Él lo sabía bien. Muchas veces, y de muchas maneras, “pero más sutiles que no contestar el celular”, pensó, ella esquivaba sus preguntas, sus interrogatorios, sus cuestionamientos, sus peticiones… sus ¿sentimientos?. “Ausente”, se dijo a sí mismo, “ausente desde el principio, jamás he logrado traerla hasta este lugar del mundo”. Sin querer recordó la primera vez que tuvieron una charla extensa. “No te hagas ilusiones, yo vivo mi mundo… y nadie lo tolera, sólo yo”, le dijo. Esa vez él rió, pensando que era una forma de cautivarlo, como la idea de “hacerse la chica misteriosa”. Ahora se dibujaba en su rostro una sonrisa melancólica al reconocer que todo eso era completamente cierto.

“¿Por qué insistir?”, se preguntó. A veces dudaba si lo que sentía hacia esa mujer era realmente amor. Dada su declaración de principios, siempre se lo planteó como una opción conciente, casi como una decisión racional: “voy a amar a esta mujer”. Pensando en los acontecimientos, se reprochó “¿por qué tan masoquista?, ¿por qué no dar la vuelta y olvidarme de esto?”. Quizás no era tan racional después de todo. Pero si era así, ¿qué era lo que le atraía de ella para soportar tal desaire?. “Su franqueza, su misterio, mi deseo de llegar más allá, mi imposibilidad de entenderla quizás… ¿embrujo?, no, esas cosas no existen”

En un momento se retractó en algunos de sus pensamientos. Recordó que fue él el primero que le habló acerca de la futilidad de los compromisos, de lo poco práctico de la formalidad en las relaciones. Sí, fue así como llegaron a su acuerdo de palabra: nada de compromisos, nada de exigencias. El problema era que ella se había adaptado a la perfección a esa cláusula, mientras que él… aparentemente no. Necesitaba más que espacios dentro del tiempo libre de ella, necesitaba más que encuentros furtivos a mitad de la noche, necesitaba más que una llamada ocasional para saber cómo está… más que migajas y el desconocimiento de su mundo, de lo que realmente le gusta, de lo que le asusta, lo que teme y lo que espera.

Notó la hora, ya eran cerca de las 11. Decidió guardar definitivamente el celular en su bolsillo. Abandonó la banca y comenzó a caminar hacia algún lugar del cual no tenía claridad, se dejaba llevar por sus pies. Definitivamente, esa no iba a ser la noche donde darían un paso adelante. Esta era la noche donde a él le tocaría dar el paso al lado.

miércoles, febrero 27, 2008

She is... (Cobarde)

Eran cerca de las 10 de la noche, su celular no paraba de sonar... pero no se dignó a contestar. Incluso silenció el timbre del teléfono, pero aún así, el ruido de la vibración sobre la mesa le hacía llamar su atención. En un par de oportunidades estuvo tentada en contestar, pero no lo hizo. ¿Cuántas veces llamó? ¿10? ¿20?... era irrelevante cuántas, lo importante era el remordimiento de no contestar. Sabía exactamente quién era, sabía con precisión la razón de su llamada, sabía exactamente lo que no había hecho, y sabía a la perfección lo que no estaba dispuesta a hacer, aunque ya lo haya comprometido con anterioridad. "Corbarde", se repitió para sus adentros.

Sacudió la cabeza y se levantó del sillón, fue a la cocina, abrió el refrigerador y sacó una cerveza. Volvió a su lugar en el sillón, sacó un cigarro de una cajetilla que estaba sobre la mesa, lo encendió al tiempo que abría la ventana para que entrase un poco de aire. El celular comenzó a vibrar nuevamente. "Cobarde... ¿tan difícil es dar la cara?". Daba bocanadas más profundas cada vez, era como si pensara que el humo en su cuerpo pudiera esconder ese pesar que le oprimía el pecho. Encendió el televisor, quizás un poco de ruido pudiera ayudar. A los pocos minutos notó que fue una pésima idea, "¿qué esperabas?, es 14 de febrero, la programación no es muy variada, obviamente". Apagó el aparato, y se quedó como al principio, en silencio. Remordimientos, se sintió como una mala persona. Sí, lo era. Eso no se hace. Jamás. Menos a una persona tan atenta, tan... ¿buena persona?. No se atrevió a asentir ante este pensamiento. Él tenía muchos atributos positivos, quizás muchos más que ella, pero no era perfecto. Quizás ese era el problema, querer alguien perfecto para ella... tan... ¿imperfecta?. Se dijo una vez que esa búsqueda de perfección nunca llegaría a buen puerto, por lo que se aventuró y le dio una oportunidad. ¿Qué tan malo podía ser?

Pero no le gustaba que la presionaran. A su juicio, las cosas iban demasiado rápido, y tenía susto. De repente se dio cuenta que sus expectativas estaban orientadas hacia otro lado, y que el muchacho estaba "absorbiendo" gran parte de si misma. Eso no estaba en los planes, y nunca le gustó hacer cosas que no estuvieran dentro de sus planes. No era justo tener que cambiar completamente por alguien... ¿imperfecto?.

Volvió a encender otro cigarrillo. Cuando miró la mesa, el celular ya no vibraba. El silencio se hizo más profundo esta vez. Ya no había vuelta atrás.

miércoles, febrero 20, 2008

Que vuelvan los lentos

Hace unos días... un poco antes de irme de vacaciones, estaba viendo tele y de puro aburrida le puse atención a los comerciales de un canal de TV abierta. En un momento comienza un comercial donde hay una pareja bailando animadamente, pero no pueden hablar porque la música está fuerte y ella... no habla español. Imagen siguiente, comienza "I Want to Know Love is" de los clásicos Foreigner, y la misma pareja bailando apretados. Moraleja explícita del comercial: QUE VUELVAN LOS LENTOS!!

La "retro idea" fue de un producto que hasta ese comercial, no pescaba mucho... los Doritos, que sólo me gusta comerlos con guacamole, por cierto. Después de esto, y en cuanto he podido ver tele, le pongo atención al comercial... donde han ido desfilando canciones de REO Speedwagon y Foreigner, íconos de las baladas de los '80, y siempre con la misma moraleja final: "que vuelvan los lentos". En pocas palabras, se busca ilustrar que cualquier tipo de desigualdad existente entre alguna pareja, puede ser anulada gracias a un lento bien bailado (estatura, idioma, facilidad de palabra, lo que sea)

Y es que si te pones a pensar, hoy en día entre tanto perreo y canciones cebollentas que da pena bailarlas, emerge un poco de nostalgia de los lentos. De seguro el tipo de la idea para el comercial es un nacido entre 1975 - 1980, porque si no... sería obvio cambiar las baladas por un Bon Jovi de los '90 o similar. Así, para los que se han dado el tiempo de ver las distintas versiones del comercial, verán que usan canciones de REO como "In My Dreams" y "Can't Fight This Feeling", las que son muy buenas y recordadas baladas

Este tema me dio pie a que hace un par de noches, me pusiera a filosofar con Chasconcito acerca de la importancia de los lentos en la vida de las personas. Pues claro, ¿cuántas parejas no han dado su primer beso bajo el son de un lento? (no es mi caso al menos, que mi primer beso lo di con una canción de rock neo-progresivo, nada muy romántico que digamos). O ¿cuántas penas no se han vivido con un lento de fondo? (ahí sí me anoto con varias). Así recuerdo, por ejemplo, las primeras fiestas escolares, donde la última canción de la fiesta era la dramática "Always" de Bon "bom bom" Jovi. También han habido otros lentos importantes para mi vida... "Until the End of Time", "Faithfully", "Open Arms", etc... etc.

lunes, febrero 11, 2008

Me largo de Santiago

Al menos por un par de días...

No hay mejor premio para un cesante que un par de días libres fuera de la capital. Es decir, alejarse de la odiosidad de la ciudad que, a pesar de estar media muerta por periodo vacacional, aún así aturde y agobia. A veces el destino es poco relevante... más cuando el bien final es el descanso, la flojera justificada - sin remordimientos - y el tiempo libre en su máxima expresión. Es verdad que a veces preparar un viaje trae más complicaciones de las que a uno le gustaría... pero es parte de todo... no es facil llegar y decir "ya, me voy de vacaciones y altiro, y así no más"... no, yo creo que sólo Max podría hacer eso.

Expectativas, más allá de las mencionadas... no. Sólo lograr sacarme un poco de modorra citadina... y respirar más hondo... cerrar los ojos y escuchar nuevos sonidos. Buscar un poco de inspiración perdida... sí, eso está un poco abandonado.

Aprovecho de marginarme de las complicaciones innecesarias, de los rollos ajenos y de mi tan bien sabido rol de "mujer, buena onda". Me voy de vacaciones, a beber cerveza, comer kuchen, chocolates. El resto... que espere hasta marzo.

sábado, febrero 02, 2008

Nostalgias del espectáculo

Hoy me preguntaron por 3 cosas por las cuales sentía nostalgia. Mi respuesta fue volcada al tema del espectáculo y la música:

1. Mulder y Scully: la antigua SC-FI
Sí, no es deconocida mi devoción con esta serie, no obstante, soy una nostálgica de las primeras temporadas, cuando CC se las arreglaba para dejar al gobierno de los Estados Unidos como estropajo pero con una sutileza de caballero bastante admirable: tanta mierda de conspiración, pero no explícita... era desbordante!, te hacía sentir dentro de un mundo que te atacaba y vigilaba a cada instante... cuando "trust no one", "the truth is out there", "all lies leads to the truth" y todas aquellas frases tenían un sentido endemoniadamente cotidiano y espelusnante. Eso me da nostalgia. Ver a una Scully escéptica, buscando pruebas que nos dejaban a todos pendiendo de un hilo. Viendo un Mulder casi como una especie de Quijote de la Mancha pero no desencantado de su propia búsqueda... con algo más que convicción y un poco menos que ilusión. Tengo la secreta esperanza que esta película entregue un poco más de ese ingrediente que hizo explotar los '90... de aquella factura norteamericana no tan gringa... o ese desprecio por las altas cúpulas de poder... ese "la verdad os hará libres" que Mulder camufladamente proclamaba a los 4 vientos. Esa es la nostalgia nº 1.

2. La chasca de Ed Roland: la manofactura grunge
Libres, pero aseados... chascones, pero hombrecitos para sus cosas. Sí, siempre me imaginé a los rockeros chascones de principio de los '90, como personas agresivas y depresivas. Estrangular el micrófono o aserruchar la guitarra no eran si no parte de la terapia musical de la que eran afectos. Quizás uno de las cosas más llamativas para mí: era la primera vez que sentía que la música era hecha con un propósito más personal que comercial... una terapia propia de los músicos. Era la primera vez (en mi corta vida escuchando música) que me identificaba con esas voces y ese estilo, quizás algo desaliñado... pero convincente. Claro, convicente porque no era masivo... no lo fue por un tiempo. Esa chasca, ese convencimiento abandonado después por la oxigenación... es mi nostalgia nº 2.

3. Las baladas de Foreigner: los románticos de verdad
¿Cómo le dices a una mujer que la amas?. Hoy por hoy... si fuera con música, probablemente un galancete eligiría una canción al estilo "Rojo" (un Mario Guerrero, un Leandro Martínez) o "Sin Bandera"... o bien, abandonaría el rol romántico y optaría por un directo reggeaton. Mi nostalgia nº 3 son las canciones de amor a la antigua... esas que no son ni tan explícitas ni tan desabridas... aquellas que adulan, pero sin caer en el macabeismo létrico. ¿Qué mejor que una "i want to know what love is" o "waiting for a girl like you"... o la propia "until the end of time"?. Sí, es una visión sesgada... pero mataría por alguien que me escribiera una canción como esa (sí, dije bien, "mataría")... y más si las cantara con la entonación de un Lou Gramm... claro que sí. Esa es mi nostalgia nº 3.