domingo, agosto 10, 2008

Cabeza bajo tierra

Hace uno días, después de enterarme que este mes tendría algunas lucas extra para gastar de forma "festiva", decidí darme una vuelta por una tienda de discos (cosa que había dejado de hacer desde el año pasado). No fue sorpresa darme cuenta que muy pocas cosas de las estanterías me llamaban la atención... en verdad no iba con ninguna expectativa de encontrar algo, aunque lo deseaba. Es ese sentimiento tan típico de las mujeres que cuando se colocan ansiosas o se deprimen, una "buena compra" lograr mitigar en parte el desbalanceo hormonal.

Paseándome por el local recordé que mis audífonos estaban a punto de perecer. Ya había decidido entonces, que mi compra serían unos buenos audífonos. Los vitrinié, los analicé y escogí el par "más sobrio" que pude (hoy por hoy es bastante difícil). Me acerqué a la caja con rostro triunfal y mi elección en mente. "Muy bien, este par de audífonos... pero si se lleva otro artículo, le hacemos 25% de descuento". Diablos. No bastaba con el dilema en pensar que comprar... si no que ahora me estaban tentando por "otra cosa más". De mi boca estuvo a punto de salir el típico "No, gracias... me llevo eso no más". Pero no me salió. Si no que asentí y le dije que me guardara los audífonos mientras veía otra cosa.

De nuevo en los pasillos... ahora buscaba mi segundo artículo. No recuerdo cuántas vueltas me di, sólo que después de varias encontré lo que necesitaba: The Essential REO Speedwagon."Que vuelvan los lentos", pensé. Salí del local con la sensación de haber liberado tensiones gastando dinero casi por puro gusto.

Desde ese día, me olvidé de Toto, de Xfiles 2, del mundo, de los acontecimientos, todo. Me he volcado casi como una adolescente a saborear mi nuevo disco. Y así ha sido en general. Me he concentrado bastante en mi "yo" como para saber qué está pasando en el mundo exterior. Etapa de "tortuga", si se quiere.

Lo único social que he hecho (aparte de almorzar con mis nuevos compañeros de trabajo) fue irme de borrachera el viernes con Ana y Joel a un sucucho de Bellavista. Cosa que me resultó necesaria hasta cierto punto, excepto por el hecho que el sábado desperté más miserable de lo normal. No obstante, el elixir de la verdad ingerido produjo la hora de las confesiones, lo cual me comprobó nuevamente, que el 90% de las veces tengo la razón. Eso no me dejó más contenta, por cierto.

2 comentarios:

Chasconcito dijo...

me conto un pajarillo que te estabas volviendo una bohemia retraida. no lo creo, mas con esos ataques de consumismo compulsivo.

cuidate y felicitaciones por tu nuevo claustro.

The Uninvited Guest dijo...

Gracias.
Siempre es un agrado saber que puedo contar contigo.