Recuperando el aliento.
La semana que logré cerrar ayer fue "compleja". Lo digo con ese calificativo, diferenciando todos los otros calificativos que he usado desde que estoy trabajando: "semana de mierda", "semana agotadora", "semana difícil", "semana acelerada", "semana pajera" (las menos). Y es que la complejidad no remite necesariamente a sobrecarga y ritmo acelerado. En mi caso, tuvo que ver con todo el "remezón" y las consecuencias de haberme mandado un "cagazo" laboral.
Del tiempo que llevo ahí trabajando, me he equivocado su buen par... pero nunca con consecuencias tremendas. Creo que ahora tampoco fue el caso, pero al parecer les dolió más... y les dolió porque a mí no se me movió ni un músculo. Aparte de pedir las disculpas necesarias, aceptar el error y arreglarlo... no me arrodillé pidiendo perdón ni autoflagelándome con latigazos en la espalda.
No me echaron... ni tampoco renuncié. Aunque esta última opción era para mí una realidad el jueves en la mañana. Estaba dispuesta a terminar con el tormento estresante de tener que estar batallando en varios frentes a la vez. Además, pensaba yo, sería mejor para todos... "ustedes buscan a alguien de un mejor perfil para esto, y yo me tomo unas buenas vacaciones. Todos ganamos". Pero después de la charla "psicológica" que tuvieron conmigo el jueves... me di cuenta que no estaba en sus planes dejarme ir... y yo tampoco tenía el ánimo de dejar todo botado. Y aunque trataron de "bucear" en mis pensamientos, tratando de decifrar qué mierda pasaba por mi cabeza... mi inexpresión característica les hizo abandonar la misión, cerrando la charla con la frase de oro: "para la próxima..."
Fin del asunto. Parace simple de la forma en que lo relato... pero fueron días tensos emocionalmente. De esos en que te cuestionas hasta por qué debes lavarte los dientes o cambiarte de calcetines (más allá de un tema de higiene, ciertamente). Tensos y complejos... a tal forma, que ayer a partir de las 5 de la tarde estaba decidida a salir de todo eso y empezar "el carrete".
"Con un par de cervezas me conformo", pensé. Así fue que empecé la búsqueda de "apañamiento" para la misión. Pensé en la Hegeliana... que podía estar en Santiago todavía, así que la llamé. En efecto, no me equivoqué... pero ella estaba pituteando y no se desocuparía hasta las 8 aprox. Lolo también quería apañar, pero era sujeto a confirmación todavía.
Como no quería quedarme con las ganas, y sabiendo que si me iba a la casa después no querría salir, se me presentó una alternativa de espera: un compañero de trabajo tenía que esperar que se fueran algunos empleados que todavía estaban trabajando (y que tenían para rato), para poder cerrar la oficina (él es el administrador, el único hombre de las llaves). "¿Vamos por una cerveza mientras?, que te llamen cuando quieran irse". Y así lo hicimos. En medio Providencia, viendo como la gente salía de sus trabajos a las 6 de la tarde, y nosotros con un shop grande y unas empanaditas de queso. Una charla entretenida, debo decir... familia, hijos, amigos... todos al baile. "Situaciones complejas de oficina" también fue un tópico inevitable... claro!, es la empatía del compañero de trabajo, tienen que hablarse ese tipo de cosas de un momento a otro. A las 6.30 lo llamaron. Volvimos a la oficina... se fueron los empleados, y yo me despedí de mi compañero agradeciédole la chela compartida... mis pies ahora me llevarían a otro lugar, la confirmación de Lolo había llegado.
Me instalé en el lugar de siempre. Vaya!, ya puedo decir eso con propiedad... "en el lugar de siempre". Suena hasta bonito. Cuando llegó Lolo ordenamos... el picoteo de rigor y cerveza. Eran las 7 de la tarde y yo continuaba mi "webeo" que llevaba dos horas aproximadamente. "No quería volver a la casa", fue una afirmación compartida... la evidencia de una chispa festiva necesaria. Una charla extensa... desde mi confesión semanal hasta la forma de tocar salsa y merengue con distintos instrumentos musicales.
Para mí era espontáneo... desde la nada, o más bien, desde una idea, había emergido la junta. Esas cosas que me están pasando ahora más seguido de lo normal. No me molesta, me asegura el hecho de estar haciendo cosas, de ser más reactiva que planificadora.
A la junta se nos unió la otra mitad de Lolo: señora y futuro hijo, léase. La otra mitad porque me revela la parte de la historia que no veo cuando está solo: su familia. Es un estado nuevo, pero que no se por qué creo que le asienta, más que a todos nosotros juntos... es una forma de ver las cosas distinta, una manera de vivir que lo arraiga a este mundo. No, no voy a psicoanalizarlo porque no tengo más herramientas que una burda observación en estado de casi ebriedad... se trata sólo de una sensación.
Cuando llegó la Hegeliana la mesa se cerró, y aunque no habló mucho... bastó para saber que está sacando las cosas adelante. Quizás no de la manera que ella quisiera... pero pequeños pasos no significa retroceder. Lo he aprendido lentamente, por cierto.
Llegó la hora de irse. Los muchachos se dirigieron rumbo al metro... yo fui tras un transantiago. Finalmente tomé un colectivo a domicilio. Fue cuático, porque iba a apagar el cigarro que recién había encendido y el chofer me dijo que no lo hiciera, que no le molestaba. Claro, tuve que darle uno en agradecimiento.
Mi idea era llegar temprano a casa porque hoy quería viajar a San Fernando, era algo que teníamos planificado... pero que cuando desperté en la mañana, descarté de plano: amanecí con una constipación de los mil demonios, dolor de garganta y el cuerpo cortado. Más allá de las cervezas bebidas, era evidente que mi estado se aproxima a pasos agigantados a un resfrío (otro más). En estos minutos estoy en mi cama, después de ver Prime Suspect por HBO. Creo que por un lado es mejor... a ver si puedo recuperar algo de sueño.
1 comentario:
no habra sido caña??? digo, lo del sabado. dicen q con copete los sintomas no se perciben. demas que el viernes ya estabay pal gato y ni te diste cuenta.
cuidate 'gaia'.... a ver si un dia de estos nos arrejuntamos. ando medio descariñado lo se, pero volvere. ;)
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