jueves, marzo 22, 2007

Hungry Eyes

Desde que empezó la pesadilla del cambio de sistema de transporte... los viajes casa-trabajo y viceversa se convirtieron en una doble tortura que se debe soportar todos los días. A tal punto, que a pesar de estar pegados unos con otros... vas perdiendo toda empatía con los sujetos... y las personas te parecen más un obstáculo en el camino, que seres pensantes, dotados de voluntad, de torturas y alegrias...

Finalmente terminas encerrándote en el mundo de los audífonos y el mp3... casi no miras a quien tienes al lado... sólo piensas en que las estaciones pasen rápido... y te lamentas de que el sol ya se haya ido.

Hoy, luego de cerrar algunos "temas" de oficina... noté que eran más de 7... y que ya se me había pasado la hora de salida. Tomé mis cosas y partí rumbo a la estación de metro... venía pensando en temas sin solución (como siempre): el de hoy era que "no siempre tomas las mejores decisiones"... algo que es a toda vista "obvio"... pero que vas recordando cada vez que hay algún tipo de repercusión.

Entré al tren... entre sofocada y con hambre (tuve un almuerzo liviano que me empezó a pasar la cuenta a esa hora). Mientras Per Gessle me cantaba al oido... "never gonna give up...". Tarareaba en silencio. La gente empujaba... las puertas no se abrían... el calor aumentó.

Después de la "procesión" para cambiar de tren... logré ubicarme en una parte con mayor ventilación... y donde podía mover mis brazos con libertad. Cerré los ojos... me pesaban desde el momento en que desperté esta mañana. Yo seguía tarareando mentalmente... mientras se me cruzó el siguiente pensamiento:

Necesito una señal...

No sabría decir por qué pensé eso... sólo lo pensé. O tal vez lo haya escuchado... pero en ese momento fue como una petición... en contra o a favor de algo... quizás la necesidad de una confirmación: "estás haciendo las cosas bien"... o "en verdad la estay cagando". Son de ese tipo de cosas que emergen cuando no estás segura del terreno en el cual pisas... ese tipo de incertidumbres que aún me cuesta asumir.

Respiré profundo y abrí los ojos... quería saber en qué estación iba. Fue en ese instante cuando crucé la mirada con un par de ojos que me sacaron de toda densi-cavilación. No se como... pero fue casi obra del destino... así lo pensé yo en ese instante. Me había atrapado en una de las cosas más mundanas de vida: otro ser humano.

Y no podía dejar de mirar... y no quería dejar de mirar.

No se si mi vista inquisidora fue advertida... sinceramente no me importó. Eran los ojos más hermosos que había visto en mucho tiempo... pero no eran simplemente los ojos... sino que esa mirada que trataba de comunicar algo que yo creía entender (o al menos en mi rollo paranoico imaginé comprender). Era una mezcla de tranquilidad y seguridad... pero proyectada hacia algo que no estaba "ahí"... porque efectivamente era como si él no estuviera ahí, era como si viviera en otra parte del universo, y se veía tan a gusto entremedio de decenas de rostros que sólo dibujaban cansancio, hastío, resignación (incluido el mío)... que yo desee en ese instante, estar en ese mismo lugar paradisiaco que él.

El resultado de tal ejercicio inconciente fue una pérdida del sentido temporal... ya habían pasado cerca de 8 estaciones de metro... y tenía que bajar... y tenía que abandonar ese paraiso que no era mío. Se me pasó por la cabeza seguir hasta Puente Alto... pero esa idea demasiado descabellada fue descartada por mi razón... que recuperó aliento después de una suspensión temporal de sus funciones.

Experiencias simples... detalles que pasamos por alto día a día... porque simplemente no tenemos capacidad ni energías para captar todo lo que ven nuestros ojos y almacenarlo en la cabeza. Quizás el tipo de señal que mi mente solicitó en ese instante fue precisamente la capacidad de salirse por un momento de uno mismo... pero no para ver la desgracia en el otro... sino para ver como otros pueden experimentar su propia vida con otros ojos... es posible que este sujeto haya tenido tantos o más problemas que todos quienes viajábamos a esa hora en el tren... pero yo quería estar en ese paraíso que sus ojos mostraban.

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