domingo, marzo 25, 2007

Quiero creer II

La música suena. Es hora de entrar. Las piernas me tiemblan, las manos me sudan. Veo a mi amor que me sonríe mientras toma a su madre del brazo para entrar. Yo le correspondo con otra sonrisa, un poco más forzada, pero por los nervios. Cierro los ojos y doy un suspiro. Debo tranquilizarme, la hora ha llegado.

Pero no puedo sacarte de mi cabeza… “traidora!... traidora!” me retumba en la cabeza. ¿Qué estoy haciendo?. Botando 10 años de amistad por un hombre… debería estar ardiendo en los fuegos del infierno. Mi padre me saca de mi tormento al tomarme del brazo. “Hija, debemos entrar”. Yo asiento con la cabeza, todavía estoy aturdida. Camino y siento como las piernas se me doblan, mi padre me toma fuerte del brazo y me regala una sonrisa tranquilizadora. Trato de no pensar o de pensar en la felicidad… veo como mi amor me aguarda en el altar. No, no puedo estarme equivocando, lo quiero, lo adoro, es la razón de mi existir… la vida sin él, sin duda, no sería la misma. No puedo arrepentirme, simplemente no puedo.

Mi paso se afirma con cada movimiento, mi respiración se regula, me siento más calmada, aunque no puedo despejar mi cabeza de las voces que me dicen que estoy cometiendo un error…

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Es un error que siga aquí, ella se ve feliz. ¿Esta es la comprobación que yo quería?. Sí, acabo de darme cuenta que soy la única patética que sufre aquí. Mi masoquismo nuevamente me ha jugado una mala partida. ¿Por qué no simplemente me doy la vuelta y me marcho?. No puedo, a pesar de que me digo que ya no tengo nada más que hacer acá. Bien, eres feliz… después de años de búsqueda, encontraste al amor de tu vida, a costa mía, por cierto. Creo que la justicia divina ataca a los silenciosos, a quienes no manifiestan sufrir… si es así, me merezco todo esto. Debo aguantarlo, así tiene que ser. Justo o no justo, no puedo cambiar las cosas, no puedo olvidar… tampoco puedo perdonar, ¿eso me hace una mala persona?, ¿debo poner la otra mejilla?. Sí, es tiempo de que sea egoísta, es tiempo de dejar de pensar en los demás. Es tiempo que me preocupe de mí. Debería entrar ahora mismo y terminar con esto, acabar con esta mentira, no se merecen la felicidad, yo tampoco.

No se realmente lo que pretendo con esto. Yo no soy así, no puedo entrar ahí ahora y arruinar su fiesta. No me siento capaz de llegar a eso, aunque fuera lo más oportuno en algún sentido. Quizás llegué acá buscando alguna señal, que me diga si debo dejar esto hasta acá o si es preciso seguir dándole vueltas. Total, ya he perdido más de lo que podría haber perdido en un principio. Perdí a mi amor, y a mi amiga. Y yo que me reía de las teleseries venezolanas…

Todavía estoy acá de pie, siento como la voz del cura retumba al interior de la iglesia. La ceremonia comenzó. Quizás debería asomarme a mirar. No, creo que ha sido demasiado por hoy. Tendré que irme a casa, descorchar una botella de vino y brindar a tu salud. Siempre conversábamos sobre qué discurso iba a dar el día de tu matrimonio… ambas soñábamos con un momento así de feliz. Yo te decía que iba a decir todas aquellas cosas que te avergonzaban sólo para molestarte, tú te enfadabas y me decías que no era justo, que yo tuviera mejor memoria de estos años que tú. En este minuto, créeme, me gustaría no tener tan buena memoria...