lunes, marzo 31, 2008

Pensando en el retorno

Creo que estos días han tenido su lado especial. Es decir, poca gente puede decir con propiedad “estoy cesante, pero todavía no tengo ganas de lanzarme por la ventana”. Claro, eso no significa que sea el mejor de los estados, no obstante, hace que las cosas puedan verse menos dramáticas desde cierto punto de vista.

En mi caso, marzo ha sido el “primer mes” en que realmente me he sentido “relativamente” de brazos cruzados. Digo “relativamente”, porque por obra y gracia del destino, los “pitutos” han aparecido como destellos de tiempos mejores, y han permitido algo más de “holgura” dentro del presupuesto semanal. Desde el 2006 no experimentaba algo similar, y creo que de hecho ya lo había olvidado.

Recuerdo un concepto que aprendí en las clases de economía en la u (una de las pocas cosas que me quedó y que creo poder usar): el “trade off”. La definición del término sería algo como “Refers to losing one quality or aspect of something in return for gaining another quality or aspect. It implies a decision to be made with full comprehension of both the upside and downside of a particular choice”. Esto en palabras simples, y colgándome de su aplicación en Economía, dice que para poder llegar a un estado particular o generar determinado evento, se debe asumir la presencia de otro estado o la generación de otro evento asociado, que no son independientes, ni aislables, ni separables. Se le asocia también al concepto de “costo de oportunidad”, pero a mimodo de ver, el “trade off” tiene ese componente de fatalismo que no tiene el “costo de oportunidad”. Me explico: un “trade off” es casi un “esto o esto otro”, mientras que el costo de oportunidad, supone una serie de posibilidades adicionales, o soluciones que uno podría llamar “intermedias”, y que podrían dejar contentos a más personas. El “trade off” es casi (para mí), la decisión ante un dilema dicotómico. Es como el ejemplo del desempleo y la inflación: para reducir uno, hay que subir el otro, y viceversa, lo cual genera, indefectiblemente “damnificados”. Algo similar, más discutible si se quiere, es el “trade off” entre “libertad” y “seguridad” al interior de las sociedades modernas.

¿A qué viene la verborrea económica y filosófica?. Pues a algo bastante concreto: en cierto punto, cada día uno se va sintiendo en una encrucijada dicotómica en donde se debe optar (dentro de lo optable, claro), entre “libertad” y “seguridad”. Este símil es para reflejar el dilema de varios trabajadores de este mundo, los cuales sienten que sus decisiones dentro del mercado laboral no se enmarcan en un “costo de oportunidad” entre múltiples opciones, si no que se reduce a una cuestión mucho más radical, un “trade off”: entre la “libertad” de un régimen independiente, free lance, de horario, etc., y la “seguridad” económica de un sueldo estable.

Ciertamente los conceptos de “libertad” y “seguridad” son discutibles en su uso, y por muchos de sus aspectos: por ejemplo, no existe plena libertad de acción en tener que trasnochar 3 días seguidos a modo de entregar un producto comprometido, no obstante, fui “libre” de optar por ese compromiso, y no por otro. Al mismo tiempo, no es plena seguridad estar en un trabajo que se somete a las vicisitudes financieras o donde se puede prescindir de ti en cualquier momento, pero al menos me reporta la “seguridad” de que recibiré un sueldo a fin de mes, si es que no ocurre alguna catástrofe externa a mí. Sí, puede que esté en un plano reduccionista de una problemática más compleja, más cuando ambos ámbitos se intervienen y se irritan mutuamente en un entorno que sobrepasa al individuo en cuestión (sistémico a todas luces), pero es una aproximación.

¿Y cuáles son, para mí, los “grandes” sacrificios de ambos regímenes?, incertidumbre y realización. Adivinen cuál se asocia a cual.

2 comentarios:

Chasconcito dijo...

hay algo que no entiendo: que quieres tu ahora?, o bien, por que cosa te vas a decidir?

Anónimo dijo...

Llámame optimista, pero a mí me gusta tener el pastel y comérmelo, como dicen los gringos.