viernes, julio 21, 2006

Mejor no hablemos de amor ( VII )

“Algunas otras costumbres sí se quitan”, respondí hundiendo la última punta de la colilla en la tierra. No se si entendió de qué hablaba, pero se apresuró a preguntar:

- ¿Cómo has estado?... creo que tengo que preguntártelo.
- Bien, o sea… aquí me ves, aunque tengo mucha curiosidad de por qué querías juntarte conmigo.
- ¿Curiosidad?, no veo qué tiene de malo.
- De malo nada… pero me parece que es extraño de todas formas, ¿No te parece?, o sea, ha pasado un buen tiempo…
- Sí, harto tiempo…
- Y no se qué hizo que te acordaras de mí otra vez…
- Siempre me he acordado de ti…
- ¿Cómo puedo yo saber eso?...
- ¿Me estay pidiendo una prueba?... es insólito…
- Te parece insólito que te pida explicaciones… bueno, a mí me parece insólito que te extrañe eso… - Ignoro como fui capaz de decirle todo eso, y yo que me había quedado paralizada al verlo llegar, supongo que la tranquilidad con la que él se tomaba todo me molestaba a tal punto que no pude evitar decir todo eso. Era como si él “ninguneara” todo lo que me había pasado (o sufrido)
- No pensé que lo ibas a tomar así… te llamé porque tenía ganas de verte, como hacía tiempo no sabía de ti, y como vine a Santiago de nuevo…
- Ok, tú crees que estoy siendo muy grave… de más… pero no esperes que sea de otra forma… si es que me conocieras un poco cacharias que no podría ser de otra forma…

A esas alturas de la conversación estábamos sentados en una banca de un parque, yo miraba el suelo y él fijaba su mirada en mí, podía notarlo porque lo miraba de reojo. Él encendió un cigarro… quedamos en silencio un buen rato. Un poco de culpabilidad me invadió… quizás había sido muy cortante de entrada, traté de suavizar el cuento…

- ¿Y cómo has estado tú?, ¿Qué has hecho en este tiempo? – Volvió a mirarme mientras me ofrecía de su cigarro como forma de hacer un pacto de no agresión… yo acepté.
- Estuve trabajando con mis tarros (computadores)… acondicioné caleta de tarros en la ciudad, gané mi plata con eso. Estuve medio enfermo también, tu cachai, el frío de allá es cosa seria, pero igual estable. Mi familia está bien, mi hermano chico cada día más grande, y mi orgullo personal. Creo que igual bien, ya que estoy acostumbrado a estar allá… pero igual echando de menos Santiago, siempre se echa de menos…
- Bueno, yo como buena citadina, no podría irme de aquí…
- Lo se, tú eres de la gran ciudad, es lo tuyo… ¿Estay estudiando todavía?
- Sí, me queda un año…
- Que buena, casi nada…
- Sí… se pasa rápido igual…

Se produjo otro silencio prolongado, pero ahora ambos nos mirábamos fijamente, como intentando adivinar qué pensaba el otro. Al parecer sin éxito, yo no podía saber que pasaba por su cabeza… y aparentemente él tampoco. Ahora él rompió el silencio:

- Y supongo que ya estás viviendo sola en tu mansión de Providencia… -

No se por qué me empecé a reír, de verdad el comentario me dio risa… me acordé de que una vez en mis delirios de grandeza le dije que iba a ser feliz el día que viviera sola en mi gran departamento de Providencia. Un sueño que al corto plazo no tenía por donde ser cumplido. Y me reí al escuchar su comentario… no se si por lo iluso de pensar que podría ser verdad, o si era porque me daba gusto que se acordara de un detalle así. De seguro era por eso último. Él rió también…

- Que gusto verte reír de nuevo… me costó eso sí.
- Siempre experimentando a costa mía… pensé que se te había quitado – Yo le hablaba, pero en tono ya no agresivo, si no más bien una mezcla entre ironía y broma. Se relajó aún más al ver que ya no estaba a la defensiva.
- Tú sabes… experimento contigo, no sobre ti.
- ¡Gran diferencia!, sólo una actitud pasiva como la mía aguantaría eso contigo.
- No es pasividad, es comprensión… eso es lo que siempre me ha gustado de ti.
- Entonces podría convertirme en tu madre suplente… las madres son las únicas que tienen por misión “comprender” – Eso le causó mucha risa.
- No podrías ser mi mamá… no hay quien se le iguale a mi vieja. Pero si quieres te dejo en la lista…
- ¿Lista?, ¿y en qué puesto estoy?... supongo que este tiempo de no verte habré bajado caleta de lugares.
- No loca, tu lugar sigue intacto – Ahí dejó de reír, y yo también. Me miró fijamente… y en un acto de osadía me tomó la mano. Yo me estremecí, y volví a paralizarme, no reaccioné ni fui capaz de quitarle la mano… sin soltarme le respondí.
- No seas mentiroso, las cosas no pueden estar igual… y mi lugar debe estar perdido hace rato. Tú sabes mejor que yo que lo “para siempre” no existe.
- Sí, pero ¿No me crees?... no, obvio que no me crees…
- No volvamos sobre eso, no tengo como creerte… tampoco tengo por qué hacerlo.
- Sí, si tienes una razón pa’ hacerlo
- Ya, ¿y cuál es?
- Que todo quedó a la mitad, no hubo cierre… por lo mismo no ha acabado… - Me sorprendió que de repente su memoria se refrescara de esa forma.
- Ah, entonces ahora ¿me culparás a mí por eso?
- No, no voy a hacer eso…
- ¿Entonces qué vas a hacer al respecto?... – Su respuesta no llegó de la manera que yo me esperaba en ese minuto, no dijo nada, sólo se acercó a mí y antes que yo pudiera decir algo para quebrar el silencio comenzó a besarme. Pensé en esquivarlo, pero era evidente que no quería esquivarlo… sólo un intento hice, pero con uno de sus brazos alrededor de mi cuello me atrajo de nuevo hacia él… ahí sólo cerré los ojos, sabiendo que después quizás me arrepentiría… pero disfrutando del placer de esa tarde-noche cayendo sobre la ciudad y con la delicia de algo que ocultamente deseé por tantos meses. En ese minuto sólo me dejé llevar… mi razón estaba con los ojos vendados otra vez.

Continuará…

1 comentario:

Megumi-san dijo...

Nena, me tienes interesada en la historia y me tienes esperando la continuación...